Desde que salieron al mercado, los que tuvimos la suerte de poder incorporar un casco de realidad virtual a nuestro rincón de videojuegos siempre esperamos que más propuestas de gran calibre se asomen a la plataforma, ya sea para poder experimentar a los videojuegos en su mayor expresión técnica como para lograr que esta nueva forma de jugar sea reconocida por el resto de la industria. Por suerte, tuvimos ejemplares como Half-Life: Alyx, The Walking Dead: Saints & Sinners, Stormland y Asgard’s Wrath para acortar esa brecha, y la promesa de un completo Medal of Honor, hecho exclusivamente para VR y de la mano de Respawn Entertainment, no hacía más que llenarnos de entusiasmo.

Finalmente podemos poner nuestras manos sobre el prometedor título que no solo se trata de una de las franquicias más prolíferas del género de los shooters en primera persona, sino también que -para esta ocasión- hace las veces de museo “vivo” con los testimonios de varios veteranos de la Segunda Guerra Mundial, filmados en una altísima calidad y con información jamás revelada.

Y la gran expectativa era inevitable. Cualquiera que tenga más de tres décadas encima recordará, sin dudarlo, a las espectaculares escenas que nos brindaron Allied Assault y sus expansiones, dándole el mayor prestigio a la franquicia creada [nada menos que] por el célebre director y productor de cine Steven Spielberg. Si a eso le sumamos que los trabajos anteriores del estudio liderado por Vince Zampella son Titanfall 2 y Star Wars: The Fallen Order, no había chances de que algo pudiera fallar. Pero falló.

Ni bien entramos en Medal of Honor Above and Beyond, nos damos cuenta que algo no encaja con lo que esperábamos de un juego de la Segunda Guerra Mundial bajo el sello de la aclamada franquicia. Above and Beyond presenta personajes casi caricaturescos, con extraños diseños y animaciones que empeoran aún más la experiencia de sentirnos en una guerra. Algunos franceses, unos americanos, y una larga lista de clichés que parecen salidos de alguna comedia teatral de los años 50 tratan de llevarnos sobre la trama de un grupo de rebeldes que intenta diezmar al ejército nazi desde las sombras, lo que termina aportando momentos de espionaje, sigilo, y muchos tiros.

En algunos momentos se siente bien porque, detrás de todos sus errores, hay un juego de tiros bastante bien logrado, con buenas mecánicas de recarga y preparado de armas, lanzamiento de granadas, y el ya clásico sistema de curación que nos pide clavarnos una jeringa en el pecho para recuperar salud. La translación a través de los mapas es cómoda, de movimiento continuo, y permite ajustar el sistema de giro para hacerlo por pasos o también de forma contínua, y si bien el juego hace un muy buen uso del cuerpo completo, para tomar cobertura o pasar por lugares de poca altura, también cuenta con una modalidad para los que quieran jugarlo sentados

Pero acá empiezan los problemas, ya que todo lo bien implementado de las mecánicas de gameplay se degrada rápidamente por un constante cambio de escala del mundo a través de las escenas. Podemos pasar de una escena cinemática donde vemos que todos nuestros compañeros son gigantes (mido 1.72 y hasta el muchachito de 17 años me saca una cabeza) a una escena de gameplay donde todos están en una escala que parece normal pero, tras una transición a negro, otra vez perdemos la escala y vemos todo gigante. En sí mismas, las diferencias no son tan amplias como para no poder jugarlo, pero sí provocan una interrupción constante de la poca atmósfera que puede llegar a construir.

Corriéndonos un poco de la parte técnica, el juego también presenta algunos grandes problemas de diseño que también se interponen en la fluidez de la experiencia, empezando por las ya mencionadas transiciones a negro: no nos deja jugar más de 5 minutos de corrido porque tiene que apagarnos las luces para iniciar el otro set de acción. Y no es como si se tratara de una pantalla de carga que nos lleva a otro nivel, sino que son ahorros de producción para no tener que utilizar animaciones complejas para generar momentos, o directamente para descargar la memoria del sistema y volver a empezar con una nueva sección. Es realmente irritable y si lo sumamos al extraño diseño de los niveles, puede que nos obligue a abandonarlo antes de que se empiece a poner bueno.

Resulta que, como si Respawn hubiera contratado a un grupo de pasantes para encargarse de este contrato, Medal of Honor Above and Beyond ignora por completo los consensos del diseño de niveles que se han logrado tras casi 30 años de videojuegos en 3 dimensiones. Es un título que lanza enemigos fuera de la vista del jugador, sin indicios que permitan una anticipación y sembrando la constante duda de saber si estamos parados donde el juego pretende que estemos. En más de una ocasión nos encontramos tratando de buscar hacia dónde miran y disparan nuestros compañeros, para saber hacia dónde va el nivel, y no por tratarse de mapas abiertos, sino de intrincadas arenas llenas de lugares fuera del campo visual por donde llegarán los nazis.

Si lo poco que queda de interés en el gameplay nos mantiene jugando, a la larga logra ofrecernos memorables misiones que -en cierta forma irracional- hacen que valga la pena pedírselo prestado a un amigo. Situaciones como la de ser parte de un escuadrón dentro de un bombardero, el asalto a un tren en movimiento, o el inevitable desembarco en Normandía, están lo suficientemente bien hechas como para lograr ignorar que estamos corriendo junto a gigantes o los enemigos aparecen desde cualquier lado.

Y es una lástima, porque es uno de esos juegos de realidad virtual que se ven realmente bien, y en algún lugar se hacen notar los altos valores de producción que se esperan del estudio y de Electronic Arts (que para colmo, están asociados con Oculus para esta aventura). El interior del tren y el bombardero, las bases militares, el pueblo donde el grupo de rebeldes se oculta, todo tiene un muy atractivo estilo artístico y cuenta con una buena cantidad de detalles que, dentro de todo lo que le falta, hacen que se sienta que estamos frente a un juego más importante de lo que es.

Fiel a la tradición de la franquicia, este Medal of Honor también cuenta con un modo multijugador online, y es realmente bueno. Gracias al ajustado gameplay de las armas, el muy buen sistema de translación, y un gran diseño de niveles (para este apartado, sí), el modo competitivo se convierte en un divertido segmento que ofrecerá una rejugabilidad que la campaña no tiene. No hay un sistema de progresión y los modos de juego son los tradicionales, pero tiene unos muy buenos bots para rellenar partidas que seguramente estarán vacías la mayor parte del tiempo. Es como volver a los tiempos de Allied Assault pero con tecnología de la tercera década siglo XXI, lo cual no está nada mal a final de cuentas.

No hay que hacer muchos cálculos para darse cuenta que Medal of Honor Above and Beyond es una gran oportunidad desperdiciada por un estudio que -seguramente- necesita de mucha más experiencia con la plataforma. Es un juego raro, con errores inocentes y que no da demasiada satisfacción como para justificar el gasto de los 60 dólares por un buen multiplayer, que además exige nada menos que 172GB de espacio para su instalación, cuando existen otras grandes experiencias de guerra en el mundo independiente, que aún sin lograr alcanzar los altos valores de producción para los actores o el nivel técnico, ofrecen mucha más diversión por un muy menor precio.

Este review fue realizado con una copia de prensa proporcionada por Electronic Arts.

[VR] Medal of Honor: Above and Beyond - Review
Historia50%
Gameplay65%
Gráficos75%
Música y Sonidos70%
Multiplayer70%
Immersión VR65%
Lo bueno:
  • Buen modo competitivo a base de un buen gameplay
  • Algunos escenarios
  • Buen set de armas
Lo malo:
  • Graves problemas de diseño de niveles
  • Problemas técnicos inexplicables
  • Muy alto precio por un producto mediocre
50%Nota Final
Puntuación de los lectores: (8 Voto)
41%

Sobre El Autor

Edición y redacción. Diseño.

Temperley. Buenos Aires. Argentina

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