2019 fue un año particular para la franquicia Call of Duty, una serie anual que ya lleva 16 títulos en su línea principal, y que hace años está buscando reencontrarse con sus fanáticos e intentando atraer a nuevo público a su reconocida fórmula. Este año fue especial porque Infinity Ward propone el primer verdadero reboot de la aclamada Modern Warfare, dejándonos con tres juegos de la serie que prácticamente se llaman de la misma manera.

Modern Warfare 2019 – como será conocido de aquí en más – nos acerca nuevamente al círculo de confianza de quien debe ser el personaje más reconocido de toda la franquicia de Activision, el Capitán John Price, y propone una trama mucho más bajada a tierra y adulta, desde la perspectiva de varios bandos que se encuentran en el umbral de una guerra mundial que debe ser detenida a toda costa.

En cierta forma, ese es el ADN de Call of Duty, del que venimos aprendiendo desde sus primeras entregas que nos paseaban por los diferentes bandos aliados en favor de contar un evento mayor, la gran escala. Pero en este caso la diferencia está en que, a pesar de hablar de un conflicto que involucra a varios países con un potencial alcance global, la trama se desarrolla de forma íntima, entre Price, sus subordinados, y algunos aliados insurgentes de países que viven en constante conflicto armado.

A través de esta intimidad con los protagonistas somos testigos de diferentes perspectivas de la guerra: la de quienes luchan porque se lo ordenan, sin siquiera saber si están del lado correcto, y quienes luchan por defender su propia libertad; y la de quienes se aferran a la moral y las reglas preestablecidas, y quienes están dispuestos a todo.

Estos extremos no son absolutos, y finalmente, Call of Duty Modern Warfare comienza a perder los límites de estructuradas posturas políticas para aportar matices a sus excelentemente construidos personajes, quienes creyendo estar en el lugar correcto de su lucha, lentamente empiezan a sentir que nada está tallado en piedra, y como bien lo dice Price en una de sus memorables líneas, en un momento “los límites se marcan donde lo necesitás”.

Si bien Price es el epicentro de este entreverado de facciones, y es el que en definitiva está más acostumbrado a estos cruces filosóficos debido a sus experiencias en el campo de batalla, los más interesantes momentos pasan a través Farah y su hermano Hadir, que muestran la perspectiva de los insurgentes del Oriente Medio -representado por la nación ficticia de Urzikstan- quienes han vivido las guerras primero desde el lado civil, y desde su más temprana edad, lo cual los ha marcado de por vida hasta lograr comandar sus propias fuerzas rebeldes.

El otro costado de todo este relato es el de Alex, un operador especial de la CIA que -como es costumbre- se infiltra en zona de guerra para intentar diezmar el poder de los tiranos, eliminando sus células personalmente para abrir terreno a las fuerzas armadas en caso de ser necesario. Alex se encuentra relacionado personalmente con los hermanos Karim, lo cual termina por correrlo un poco de su eje para replantear cuáles son sus deseos como soldado libertador de estos territorios oprimidos.

Al igual que lo supo hacer desde sus inicios, Call of Duty Modern Warfare se convierte en una montaña rusa multitemática que nos lleva a diferentes momentos, diferentes lugares, y ahora también, a diferentes experiencias de gameplay que expanden lo suficiente la forma de participar en esta guerra como para rellenar 6 jugosas horas de interesantes variantes. No todo es cuestión de sumergirnos en una frenética batalla de tiros y cobertura durante toda su extensión, sino que también nos lleva a infiltrarnos en claustrofóbicos bunkers para ir “limpiando” habitación por habitación con una representación certera y verdaderamente escalofriante de lo que sería participar de una de estas acciones, y por momentos hace unos muy buenos pases de situaciones de sigilo en los que no nos queda otra que salir adelante con la menor cantidad de recursos posible.

En general, el viaje está bastante apegado a lo que viene dictando la fórmula hace más de una década pero es realmente en la ejecución donde se encuentra lo más brillante de esta entrega, acercándose muchísimo a los mejores exponentes single player de la franquicia, al nivel del Modern Warfare original y hasta Modern Warfare 2. Las actuaciones son impecables, el ritmo y la atmósfera son deslumbrantes, y se convierte en un constante ciclo de logros y satisfacción que muy pocas franquicias suelen alcanzar, sumergiéndonos -muy cinemáticamente- en momentos de muchísima opresión y dramatismo, para finalmente hacernos parte de una solución y alcanzar la victoria como si realmente fuéramos los verdaderos paladines de la justicia.

Quizá lo único que se puede reprochar de la campaña en solitario para esta nueva entrega es que, en ciertos momentos, el diseño de niveles parece poco claro, ya que suele coquetear durante una decena de veces con la idea de los caminos abiertos paralelos, para que cada pasada sea diferente. En general, esto es algo que logra con creces, pero en ciertas ocasiones, como durante el primer atentado en Piccadilly Circus, el objetivo se pone confuso y obliga a activar el HUD de tareas para saber a dónde ir.

Como es costumbre, la historia cinemática de super acción de los Call of Duty es complementada por un profundo sistema de modalidades online competitivas y cooperativas.

En primer lugar, este título se inclina un poco más sobre la accesibilidad y la rapidez de entrada a una modalidad, por lo que descarta las diferentes playlists que se podían elegir en entregas anteriores y unifica todas sus modalidades en un gran sistema de “quick play” que permite filtrar los modos que no estamos interesados en participar. Esto hace que, para que cada jugador tenga lo que le interesa, el juego busque nuevas partidas al finalizar cada una que ya se haya completado, en vez de mantener una continuidad a través de rondas con los mismos participantes.

En la teoría (al menos basándonos en experiencias previas) esto sería totalmente contraproducente para quienes pretenden mantener horas de juego sin interrupciones, pero en la práctica funciona de maravillas; por un lado, gracias al excelente sistema de matchmaking que finalmente logró conseguir la gente de Infinity Ward, y por el otro, gracias a la incorporación del crossplatform para jugar con usuarios de Xbox One y Playstation 4, aun si están controlando a su personaje con gamepad, lo que bajo ningún concepto resulta en partidas desbalanceadas e injustas.

El estudio realmente ha encontrado la forma de que todas las plataformas convivan en un mismo entorno sin tener ningún tipo de efecto contraproducente, y muy inteligentemente evitan remarcar la plataforma y los controles de cada jugador durante las partidas, para que no se llegue a ningún tipo de conclusión apresurada en medio de la batalla. Además, la enorme base de usuarios que se encuentran ahora -triplicada por esta unificación-, sumado al cambio de selección de modalidades, hacen que siempre tengamos gente con quien jugar, realmente en cualquier hora del día.

A los tradicionales modos entre los que se encuentran domination, headquarters, kill confirmed y team deathmatch, entre otros, también se suman algunas playlists exclusivas de realismo -sin ningún tipo de ayuda visual y con un daño mayor para el headshot- también con una variante de mapas nocturnos en donde se juega exclusivamente a través de lentes de visión nocturna, y el promocionado modo Ground War, que no es ni más ni menos que la intención de acaparar el terreno de los Battlefield con una especie de Conquest a gran escala en donde se enfrentan equipos de 32 jugadores, con vehículos y todo, en un enorme mapa lleno de entornos para explorar.

Realmente, esta nueva adición de Infinity Ward resuelve los malos tragos del intento de battle royale que propuso Treyarch con Blackout para Black Ops 4, y lleva directamente todo el gameplay y los loadouts de nuestros personajes de los modos competitivos tradicionales a un terreno de guerra más amplio, sin ningún tipo de modalidad adaptada ni ritmo de jugabilidad alterados.

El competitivo de Modern Warfare tilda todos los casilleros de lo que ha hecho tan prestigiosa a la serie, ofreciendo eterna rejugabilidad, un sistema de progresión que recompensa todo el tiempo, y mapas de diseños de gran dinámica que obligan a adaptarse a la batalla en todo momento. Lo más destacable de esta entrega es, sin dudas, su renovado ritmo de movimiento, mucho más cercano a las entregas más aclamadas de la franquicia, alejándose por completo de los combates sobre rollers y las dobles Uzi que se robaban todas las partidas en los peores exponentes de la serie.

Lamentablemente, y quizá como consecuencia de haber prometido dar todo el contenido descargable de forma gratuita, Modern Warfare no cuenta -al menos desde el lanzamiento- con un gran set de mapas que entran en rotación, pero sí varían de acuerdo a la modalidad que estemos jugando, así que será una de cal, y otra de arena para obligarnos a participar en todas sus variantes, si pretendemos explorar otras áreas.

Otra de las estrellas de esta nueva entrega, que llega con aires de convertirse en el próximo modo competitivo de las grandes ligas, es definitivamente el modo Gun Fight, que ha sido promocionado largamente en la previa al lanzamiento del título mediante representantes conocidos de la escena competitiva.

Su búsqueda es arrimarse al 1v1 de Counter-Strike pero con la accesibilidad de Call of Duty, con batallas de varios rounds en las que se emparejan a 2 jugadores por equipo para enfrentarse en mapas exclusivos de esta modalidad. Cada round ofrece a los jugadores un set de armas aleatorio, pero todos nivelados, y a medida que se progresa en la partida, se van ofreciendo armas de mayor calibre y capacidad de alcance. El ritmo es frenético y desafiante, proponiendo partidas rápidas pero estratégicas, para mantener un ciclo de participación constante, sin dejar respiro entre cada nuevo enfrentamiento, y con una frecuencia y chances de victoria que se asemejan mucho a los modos online de los juegos de pelea más competitivos.

Cerrando el apartado multijugador, y como también ya es tradición para la franquicia, nos encontramos con el legendario modo cooperativo Spec Ops, que implica una especie de continuidad narrativa a los eventos de la campaña pero sin algunos de sus protagonistas, terminando en una especie de spin-off del que participan miembros de las fuerzas armadas, el Capitán Price, y el oficial Kyle Garrick. Se puede jugar de hasta 4 jugadores y ofrece objetivos variados en locaciones derivadas del mapa de Ground War, para los cuales no solo dispondremos de los perks y killstreaks del modo competitivo, sino también de los vehículos que aparecen en este mismo mapa.

Es otro de los apartados que expande bastante la experiencia single player pero con la ventaja de poder compartirlo con amigos, y a pesar de habernos restringido la modalidad de survival por ser exclusiva de Playstation 4 (que es hasta la menos interesante de todas), el apartado permite disfrutar de unas buenas horas de más combate contra la bien implementada inteligencia artificial, a través de un abanico de diferentes situaciones de gran ejecución.

Con respecto a lo técnico -después de haberlo anticipado a través de los numerosos trailers- Call of Duty Modern Warfare es, sin lugar a dudas, uno de los juegos más espectaculares del momento. Infinity Ward ha trabajado muchísimo por modernizar su ya obsoleto IW Engine, y lo ha logrado con creces, implementando texturas y shaders basados en físicas, teselación y hasta sombras y reflejos generados por la reciente tecnología de ray tracing en tiempo real.

El resultado es una visual que ofrece realismo en todos los rincones de la campaña, complementada por modelos de personaje de una extrema veracidad, que ostentan texturas de altísima frecuencia, animaciones faciales de un detalle inigualable, y tradicionales técnicas de transición de texturas y sub surface scattering que los acercan aún más al fotorrealismo. Si alguna vez nos sorprendimos con los detallados personajes de Advanced Warfare e Infinite Warfare, Modern Warfare 2019 eleva la vara a niveles realmente inesperados para la reconocida filosofía de producción de Activision.

Suma muchísimo a su atmósfera realista que -por fin, después de tantos años- el estudio haya descartado las inentendibles animaciones de carrera de los personajes en combate, que parecían estar esquiando, para finalmente construir unos nuevos movimientos de adaptación procedural que lo ponen a la altura de lo visto en Battlefield V, con unos resultados que adaptan cada animación a las variantes del entorno y unos ragdolls completamente naturales de los soldados abatidos en el campo de batalla.

Como es de esperarse, las modalidades online bajan un poco la exigencia gráfica al igualar los requisitos para abajo, pero aún así, son sin lugar a dudas los mapas más atractivos visualmente de la historia de la franquicia, aunque con algunas salvedades en los resultados de la optimización.

Anteriormente, gracias a la anticuada tecnología del motor gráfico, los Call of Duty aseguraban rendimientos estables y altísimos para cualquier PC de alta gama, pero en esta ocasión no es tan así, haciendo sufrir aun a nuestras RTX 2080Ti al correrlo en 4K con configuraciones “ultra”, algo que no debería ocurrir en títulos de esta franquicia, lo que obliga a reducir la resolución interna hasta obtener resultados óptimos, o empezar a desactivar o reducir opciones gráficas hasta alcanzar los resultados esperados.

Donde también brilla el apartado técnico de esta entrega es en el sistema de sonido, que ahora más que nunca hace un uso intensivo de la localización de emisores para poder ubicarnos en espacio utilizando también el sentido auditivo. Esto es notorio particularmente en el modo online competitivo, donde gracias a esto podremos saber dónde se encuentran los enemigos más cercanos y cuál es su forma de atacar. Es por demás sorprendente escuchar los disparos a distancia, ocluidos de forma natural por edificaciones y diferentes tipos de texturas, o escuchar cómo rebotan a nuestras espaldas las balas que nos vienen de frente y no logran alcanzar su objetivo. No hay juego de guerra que suene como este, y eso no es poco decir.

Definitivamente estamos hablando de un Call of Duty que devuelve a la franquicia a sus momentos de gloria, similares a los que supieron construir los originales integrantes de Infinity Ward (ahora formando parte de Respawn Entertainment) y que promete una larga campaña de soporte post lanzamiento que lo mantendrá vigente por al menos dos años, sumando nuevos mapas de forma gratuita, y expandiéndose con la implementación de los pases de temporada que sumarán contenido para jugadores que estén dispuestos a soltar unos dólares por algunas skins y nuevos accesorios estéticos para sus armas.

Este es uno de esos juegos que llegan para quedarse en el recuerdo de los amantes de la serie, luego de tantos años de reproches sobre ausencias o un gameplay que cada vez se ponía más ridículo. Esta es una entrega ideal para regresar a la franquicia luego de haberla abandonado en los años de la trilogía original de Modern Warfare, o cuando Black Ops se puso tan vertiginoso y ridículo que era difícil diferenciarlo de un tradicional arena shooter. Call of Duty vuelve a brillar, y eso no es algo que debería tomarse a la ligera.

Este review fue realizado con una copia de prensa proporcionada por Activision.

Call of Duty: Modern Warfare - Review
Historia90%
Gameplay90%
Gráficos100%
Música y Sonidos100%
Multiplayer80%
Lo bueno:
  • Renovada experiencia para la legendaria franquicia
  • Excelente nivel técnico
  • La tradicional rejugabilidad de la serie
Lo malo:
  • Algunos problemas de optimización
  • Poca cantidad de mapas multijugador
  • Detalles en el diseño de la campaña
90%Nota Final
Puntuación de los lectores: (6 Voto)
80%

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