Dice mucho de un juego cuando el estudio desarrollador se siente lo suficientemente confiado como para sumergir al jugador dentro de un mundo sin explicaciones. No hay tutoriales, no hay NPCs, no hay una cinemática, ni un argumento palpable. Solo las palabras de un protagonista al que no le podemos poner cara, un tal Paul Prospero, que llega a un bosque -luego de atravesar un túnel a pie- para resolver la desaparición de Ethan Carter.

Durante los primeros pasos es la voz del propio Paul la que nos va acercando a la línea argumental: Ethan Carter lo contactó por correo para recibir su ayuda. El pueblo es Red Creek Valley, y no queda nadie. Paul es un investigador de lo paranormal, y esto explica un poco más por qué Ethan lo contacta. Algo está pasando en el lugar, luego de que el joven desesperado -y su enorme imaginación-, ocasionan un importante revuelo en el seno de su familia.

Red Creek Valley esconde la trágica historia de los momentos más bajos de esta familia demasiado alejada de la civilización. El lugar se encuentra desierto, y es Paul, gracias a sus habilidades también paranormales, quien irá reconstruyendo cada escena desde que el pobre Ethan es condenado y atormentado por su propia curiosidad. Para poder ir recolectando e investigando cada pista de este misterioso caso, solo tendremos a disposición los controles más básicos de cualquier juego en primera persona: Nos podemos mover, mirar, agachar, correr y accionar.

Que no hay tutorial no es del todo cierto. La realidad es que no existe una estructura definida por lo que conocemos como tutorial. Con estas simples mecánicas, The Vanishing of Ethan Carter nos ataca -literalmente- con unas trampas que se activan automáticamente en los primeros metros que recorremos, y esto no solo nos enseña a utilizar los poderes de Paul, al ver que se hacen presentes cada vez que inspeccionamos algo, sino que -de una manera muy sutil- nos enseña a ser minuciosos en la observación de los entornos. Nos notifica sobre la existencia de las sutilezas y nos demuestra los beneficios de obsesionarse en los detalles durante el transcurso de esta aventura.

La gran protagonista del juego, además de la familia Carter y nuestro Paul Prospero, es la inigualable atmósfera lograda por un muy bien logrado conjunto de elementos, entre los que se encuentran una visual impresionante, un apartado sonoro excepcional, y un ritmo de sucesos impecable. The Vanishing of Ethan Carter es una historia contada por los entornos, por las ausencias, y por las macabras pistas desperdigadas en toda la zona. Es condimentada por las conjeturas y sensaciones que salen de la boca de Prospero, y algunos flashbacks que, a medida que nos interiorizamos más en el conflicto, más nos perturban. La estructura de investigaciones nos invita a resolver cada escena de esta historia, aunque permite hacerlo de manera abierta y sin un orden en particular, gracias a la naturaleza de mundo semi-abierto. Para cada momento deberemos recolectar las pistas hasta lograr abrir el recuerdo de los sucedido y resolver el misterio.

Lamentablemente, esto no llega sin un costo, debido a que en cierto punto de la narrativa, los casos -y nuestra mecánica de juego- comienzan a repetirse en cuanto a la manera de resolverse, y comienzan a dejar de presentar un desafío importante. Aunque lo interesante en este caso sea la historia, hubiera estado mucho mejor si nos obligaran a exprimir un poco más nuestro poder de análisis y deducción. La zona de Red Creek Valley es bastante amplia, pero no hay demasiado más para hacer fuera de cada uno de los recuerdos, aunque sea para desviar un poco la atención de lo que se presenta como algo obvio.

La aventura está montada sobre un aun-sorprentende Unreal Engine 3, que gracias a los procesos de digitalización de entornos reales y los artistas gráficos de The Astronauts, pone a The Vanishing of Ethan Carter en los primeros lugares de los juegos con mayor atractivo visual. Cada rincón parece una fotografía de un verdadero bosque, y es inevitable pararse a admirar semejante belleza.

También acompaña una banda de sonido brillante, que además de interpretar unas hermosas melodías, tiene una estructura de variaciones que condimentan a la ambientación de una manera excepcional, y sabe cuando ponerse lo suficientemente turbia como para ponernos los pelos de punta. A medida que nos acercamos a las pistas, o en la medida que vayamos avanzando en cada investigación, los sutiles guiños auditivos se ponen más evidentes, marcando el camino de una manera explícita pero sin perturbar la maravillosa experiencia.

Todo este conjunto de valores hacen que cada vez nos interesemos más por la trama, y experimentemos una infundada sensación de peligrosidad en un lugar en donde no hay más que nuestros pasos – aunque por momentos parece que alguien nos va a salir a atacar desde algún rincón. Y puede ser que ese también sea uno de los valores más altos: un terror psicológico sin la necesidad de mostrar una amenaza real. Nada de monstruos, nada de armas.

Definitivamente, The Vanishing of Ethan Carter es un título que hay que probar. Su justa duración de 4 horas, sus excepcionales gráficos, y su excelente historia -que hay que experimentarla por uno mismo para entender su gran nivel- lo ponen en una merecida categoría de juego que no hay que perderse. No revoluciona al género de investigaciones y posiblemente no vaya a recordarse con el pasar de los años, pero realmente es una experiencia imperdible.

The Vanishing of Ethan Carter - Review
Historia80%
Gameplay70%
Gráficos100%
Música y sonidos100%
Lo bueno:
  • Excelente ambientacion
  • Graficos y sonidos insuperables
  • Historia concisa que atrapa hasta el final
Lo malo:
  • Hay una sola sección de juego que se siente forzada
87%Nota Final

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