Finalmente sucedió. Codemasters culminó el ciclo de larva en el que viene metida la serie Dirt y finalmente revela la mariposa resultante con la quinta (y media) entrega de la línea original, un radical cambio filosófico del que nos viene advirtiendo hace años, con la aparición de Dirt Rally, que seguramente provoque varios desgarres de vestiduras y algún que otro incendio institucional.

Dirt 5 se despoja de cualquier intención de realismo o certeza a la hora de replicar cierto estilo de vertiginosas competencias de variantes de rally y rallycross que tenían sus antecesores. En este caso, el estudio soltó cualquier tipo de ataduras y apuntó directamente al arcade ligero que no obliga a estilos de juegos, estilos de vehículos ni categorías estrictas para pasar directamente a poner excéntricos bólidos en exóticas locaciones llenas de carteles fluorescentes, confeti y música rockera a todo volumen.

El juego se divide en un modo carrera en solitario, un modo de pistas construidos por la comunidad, y un modo online que nuclea a todo lo que se puede hacer en general. Para acompañar la pseudo narrativa que sostiene a la progresión en solitario (algo que nunca le hizo falta a la franquicia) han contratado a nada menos que Nolan North (Nathan Drake en Uncharted, Desmond Miles en Assassin’s Creed, algunos Call of Duty, más o menos el 50% de las voces de los juegos), Troy Baker (Sam Drake en Uncharted, Ocelot en The Phantom Pain, Higgs en Death Stranding, algunos Call of Duty, y más o menos el otro 50% de las voces de los juegos), James Pumphrey (aclamado conductor fierrero del canal Donut Media) y Nolan Sykes (el otro conductor reconocido de Donut Media), para ofrecer una especie de contexto alocado de lo que estas competencias representan en el mundo de velocidad y calcos de color al que pertenecen.

Troy Baker y Nolan North hacen las veces de dos rivales que están tentando al jugador a ser parte de las competencias, y James y Nolan (haciendo de ellos mismos) conducen un podcast en donde describen cada nueva modalidad y locación con graciosos comentarios. Este agregado no invita a ser parte de una historia ni mucho menos, pero si le da un detalle colorido a los menues y pantallas de carga como para animar un poco más la fiesta.

El juego en si se siente bastante limitado en comparación a sus antecesores. Quienes hayan entrado al mundo de las carreras virtuales hace años, y pudieron ser testigos del aclamado Dirt 3, sabrán darse cuenta que en esta nueva entrega faltan muchísimas cosas que antes teníamos a mano. Cuando en Dirt 3 se nos ofrecía varias categorías para ir progresando por separado -si nos llegabamos a aburrir o trabar en una-, en este juego vamos desbloqueando el arbol de eventos de a pares, presentando locaciones muy parecidas entre si, y obligándonos a elegir entre un puñado de autos poco interesantes.

Es bastante raro, pero la progresión de la campaña es una muestra muy poco atractiva de lo que se puede llegar a esperar del juego, porque no hay mucho para hacer ni para elegir.

Como se puede ver en el modo libre de modos y categorías, Dirt 5 cuenta con una decena de diferentes clases de autos para utilizar en competencias de carreras tradicionales, sprints, y gymkhana, en las cuales se puede elegir no más de 5 o 6 diferentes modelos (que llegan a duplicarse cuando se suman clases en algún evento) muy parecidos entre si, y peor aun, que poco se diferencian a la hora de correr.

Este juego se olvida por completo de todo lo logrado por su propio linaje y otras propuestas como Forza Horizon, GRID, The Crew y hasta Need for Speed, y no pretende que el jugador personalice sus máquinas mucho más allá de los estético, con tan solo un par de texturas y patrones para cambiar en la pintura, y algunos calcos de sponsors que ni siquiera se pueden reacomodar o escalar como en todas las demás series modernas. Esto hace que, al tener una estructura de juego por demás conservadora, tampoco haga nada externo para incentivar al jugador a seguir progresando. El sistema de desbloqueos solo ofrece créditos ficticios y texturas, colores y stickers para personalizar a los vehículos, sin posibilidad de ajustar sus características técnicas o agregar alerones, faldones, o siquiera cambiar las llantas. Realmente no se puede creer.

Quizá lo más interesante son los circuitos, cuyas locaciones exóticas proponen intrincados caminos de curvas, desniveles y accidentes geográficos, sumados a un espectacular sistema de cambios dinámicos de clima que hacen todo para que una simple competencia se convierta en todo un espectáculo cinematográfico. El juego pasa de un día nublado con el terreno húmedo, a una tormenta de viento y relámpagos, en medio de la más oscuras de las noches, acompañado de un show de lasers, papeles de colores y explosiones que serían la envidia de cualquier Call of Duty. Esto es lo mejor que hace.

La clave de toda esta situación está en el contexto que acompaña al desarrollo de este título. Para los gamers de PC es quizá un nombre que nunca escuchamos, pero este juego fue desarrollado por la misma gente que hizo Onrush, un experimento arcade que nunca llegó a nuestra plataforma y que pasó sin pena ni gloria, justamente por ser una propuesta tan limitada como la de este juego. Onrush era frenético y visualmente despampanante, pero no ofrecia nada interesante en su contenido y apenas invitaba a la rejugabilidad. Queda todo muy claro y explica otras cosas que también pasan en lo técnico.

De entrada, Dirt 5 es un flojo port de consolas que llega a nuestras manos con extrañas ausencias en las configuraciones gráficas. Mientras que por un lado busca la profundidad al permitirnos ajustar la resolución de pantalla, de buffer y de referencia para el antialiasing temporal por separado (aunque en porcentajes y no con los números reales), y hasta cuenta con una herramienta de benchmark, por otro lado no permite desactivar el v-sync para que podamos saber hasta dónde llega la potencia de nuestros sistemas.

Además cuenta con la posibilidad de dejar las opciones en automático para que el juego se ajuste solo de acuerdo a lo que puede dar nuestro hardware, pero difícilmente alcanza rendimientos estables, y como cada circuito es una fiesta de efectos alfa y simulación de partículas, no es extraño encontrarse con constantes bajones a plena velocidad, lo cual es bastante grave para un juego de carreras.

Lamentablemente, la explicación para tan pobre rendimiento está en la calidad de imagen, que definitivamente ostenta texturas de altísima resolución, entornos deformables con mapas de desplazamiento de altísima resolución, oclusión ambiental, y como no podía ser de otra manera, raytracing. Todo esto hace que -acompañado de una iluminación bastante efectiva- Dirt 5 sea un brillante espectáculo visual, que atrae como una cobra para obligarnos a jugar a algo que, de otras formas, no estaría tan bueno.

Otro de los mayores problemas técnicos está en la inteligencia artificial, que por lo menos en el momento del lanzamiento, tiene problemas que solo se esperan de los menores estudios independientes que intentan equipararse con los mayores, pero no de Codemasters. Los contrincantes suelen atacar cuando están dentro del radio en el que nos encontramos, pero no tardamos mucho en verlos correr en fila india, por el mismo trazado, uno atrás de otro, como si no hubieran implementado el menor esfuerzo en hacer que su comportamiento sea natural.

Y si a todo esto sumamos que el soporte para volantes no se espera hasta luego de un mes de lanzado el juego, vemos a las claras cómo este producto nació con el objetivo de llegar rápidamente a las consolas de nueva generación sin intenciones de ser una entrega seria para una legendaria franquicia.

Y a pesar de todo, el apartado sonoro de Dirt 5 es espectacular, como no se suele encontrar en otros títulos del juego. La mezcla para sonidos de varios canales es excelente, dinámica, y construye una ambientación competitiva excelente. Dan ganas de que nada de lo demás haya fallado para que este apartado sea recordado como una de las mejores construcciones auditivas del género, pero lamentablemente no es el caso.

En definitiva, Dirt 5 es un juego realmente olvidable que puede llegar a importarle a un sector muy específico del género: aquellos jugadores que extrañan las épocas en donde los arcades eran mucho más simples y pasaban horas exprimiendo experiencias como Daytona USA, los Cruis ‘n’…, Virtua Racing o los Need for Speed de primera hora. La propuesta de Codemasters por separar a la franquicia en dos líneas conceptuales era muy interesante si se construian dos estructuras de gameplay completas y atractivas, a la altura de las circunstancias, y si bien Dirt Rally parece ponerse mejor con cada entrega, Dirt a secas parece haberse resumido a la menor expresión posible, aun a menores niveles que los primeros juegos de la saga.

Este review fue realizado con una copia de prensa proporcionada por Deep Silver/Codemasters.

DiRT 5 - Review
Modo Carrera60%
Gameplay70%
Gráficos90%
Música y Sonidos100%
Multiplayer70%
Optimización60%
Lo bueno:
  • Gran espectáculo visual
  • Simpleza absoluta para agarrar y jugar
Lo malo:
  • Un retroceso absoluto en todo aspecto de la serie
  • Problemas técnicos varios
  • No hay un solo incentivo para seguir jugando
65%Nota Final
Puntuación de los lectores: (5 Voto)
49%

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