En 2011, la llegada del primer Rage implicaba muchas cosas interesantes para los acérrimos usuarios de nuestra plataforma: era el regreso de id Software tras el controversial paso de Doom 3; un nuevo trabajo del gurú técnico John Carmack, con la presentación de un motor gráfico que prometía revolucionar la industria; y sobre todas las cosas, el regreso del estudio al shooter de acción que tanto se extrañaba.

El resultado fue tan interesante como su premisa, ofreciendo un gameplay de combate realmente impresionante, pero una ausencia de todo el resto, sumado a fuertes problemas de rejugabilidad, y acompañado de una pobre ejecución de tecnología gráfica que, si bien parecía adelantada a su época, no fue lo que los fans estaban esperando, sobre todo al compararla con los fuertes pasos de Unreal Engine y CryEngine.

Pasaron los años y Rage realmente parecía haber sido abandonada por su bien, pero sorpresivamente, Bethesda anunció un título que prometía corregir todo lo malo de su antecesor, y darle un nuevo espíritu a la franquicia, que es lo que ahora tenemos en Rage 2.

Como lo anticiparon sus trailers y su campaña de marketing soportada por la música del genial Andrew W. K., Rage 2 propone un festival de violencia sin sentido y mecánicas de gameplay desorbitantes, que difícilmente podrían contextualizarse en un juego que busque un poco más de realismo o una propuesta más seria, pero que encaja perfectamente con la realidad de este mundo post-apocalíptico donde domina la anarquía y son pocos los que pretender volver a balancear todo a través de un orden social.

Para lograr encauzar a la franquicia hacia este contexto, el developer de turno Avalanche Studios (responsables de Just Cause y Mad Max) se olvidó por completo del protagonista y las consecuencias de aquel primer juego, para llevarnos 30 años hacia el futuro, en la piel de Walker, otro Ranger resucitado de un arca, tratando de contener situaciones extremas, y con la intención de ayudar a los asentamientos que buscan volver a otro tipo de mundo.

Siendo el último soldado en pie, Walker recibe un traje especial que potencia su movilidad y fuerza, el cual se puede mejorar al igual que el completo arsenal de diferentes tipos de armas que puede llevar. En general, se trata de un juego de mundo abierto muy al estilo de Mad Max que por casualidad también le hereda el mismo tipo de problemas, pero también recuerda a otras propuestas de super soldados llenos de habilidades, como el del primer Crysis, donde no importaba todo lo que podíamos hacer, porque poco había para hacer.

Rage 2 es un espectáculo inigualable en los enfrentamientos, hay variedad y mucho movimiento transversal, similar a lo que pudimos experimentar en las nuevas propuestas de Doom y en el anterior juego de esta serie. Las armas complementan esta vertiginosidad con excelencia, como si todo fuera una aceitada maquinaria que no hace más que bombear adrenalina, pero el combate es tan solo un elemento efímero dentro de un mundo que pretende mucho más, transformándose en algo que no suele lograr nada que atraiga a los jugadores.

Entre tiroteo y tiroteo, Rage 2 nos permite explorar el mapa saliéndonos del camino (inclusive con vehículos aéreos), o buscando completar alguna misión opcional para sumar experiencia, pero en esas intenciones se interpone la ausencia total de incentivos para hacerlo. Salirse del camino solo nos lleva a más desierto con poco para hacer, y conquistar torres enemigas por más de cuatro o cinco veces tan solo nos recompensa con algunos créditos y menos cosas para hacer, de forma similar a lo que sufrimos en el olvidable mapa de Far Cry 5.

En ciertos momentos, Rage 2 pretende elevar la apuesta con potentes momentos de mini-jefes que representan una elevación en la curva de dificultad, pero al igual que en su antecesor, luego de un par de repeticiones la sorpresa se convierte en molestia, y casi que nos obliga a tratar de esquivarlos para no caer nuevamente en el mismo ciclo. Y todo eso es una pena, porque las sensaciones que provocan cada una de las armas, especialmente la shotgun, son un espectáculo digno de experimentar, más aún al tener disponible la movilidad increíble que propone el modo Overdrive del traje, con el que también se pueden combinar las diferentes habilidades con todo el armamento y sus diferentes tipos de municiones, en un torbellino de colores y destrucción que pocas veces podemos provocar en otros juegos.

Visualmente, Rage 2 cumple con lo que se espera en el presente de esta industria. El motor gráfico Apex, que viene brillando desde Just Cause 3, hace su trabajo para representar amplios entornos llenos de una variedad de texturas correcta, y una iluminación muy característica de sus sistemas. Una vez más, hay un cierto aroma a un Mad Max en primera persona, recordando directamente a los momentos en que nos metíamos en asentamientos para enfrentarnos con los particulares caciques de cada tribu. En este caso, fuegos artificiales de polvo de color y maniáticos saltarines componen escenas divertidas y totalmente llamativas, explotando frente a nuestros ojos para exacerbar la violencia con la que atenderemos a cada uno de los que pretende acercarse a nuestros cañones.

Lamentablemente, el panorama resulta tan similar a lo experimentado en el último Mad Max que definitivamente solo basta con saber si ese juego nos gustó o dejó de gustar para tener una referencia clara de lo que nos vamos a encontrar con esta última propuesta de idSoftware. Y es una pena, porque el estudio ha apostado en grande para expandir su catálogo para acompañar a Doom y Quake con algo un poco más colorido, que definitivamente cae en lo peor del género.

Quizá lo mejor que hace visualmente es proponer entornos absolutamente diferentes que van desde frondosas selvas hasta áridos desiertos, pasando por antiguas construcciones derruidas, siempre manteniendo una robusta consistencia que hace que las transiciones sean tan suaves como en la vida real.

Pero Rage 2 no para de recordar que siempre, pase lo que pase, terminará siendo un producto mediocre, porque ni bien nos subimos al Phoenix -el vehículo principal de nuestro héroe- todo volverá a caer en el terreno de la frustración. Siguiendo con la línea filosófica del juego anterior, esta nueva entrega también pretende entrometer un pseudo combate de vehículos entre escena y escena, lo cual no hace del todo mal, pero si es por demás frustrante al tratar de utilizar el mouse y el teclado para poder ser certeros frente a ataques enemigos. Este apartado se siente mucho mejor al utilizar un gamepad, pero si era algo que le faltaba a esta propuesta para terminar de ahuyentar a su audiencia, era la idea de tener que alternar entre controles para poder sentirse más o menos aceptable en las manos.

Como se puede notar al atravesar esta seguidilla de párrafos y palabras, Rage 2 es de los juegos más tristes que han sido lanzados en estos últimos prósperos años, y quizá es el testamento de todo lo que sale mal a la hora de tercerizar franquicias a estudios que no estaban tan preparados para el desafío como parecía. Definitivamente, Mad Max y la saga Just Cause son advertencias suficientes como para saber de qué va a venir esta nueva entrega de la franquicia de id Software con menos gracia de toda su historia, y en gran parte la pena se hace sentir más porque su gameplay de combate es realmente tan excepcional que, si hubiera estado acompañado de un mundo más completo y complejo, y de una historia que estuviera escrita por alguien con algo más que la capacidad de escribir oraciones coherentes, estaríamos hablando de uno de los juegos más divertidos del año. Será la próxima o nunca más.

Este review fue realizado con una copia de prensa proporcionada por Bethesda/Avalanche Studios.

RAGE 2 - Review
Historia50%
Gameplay75%
Gráficos68%
Música y Sonidos70%
Lo bueno:
  • Excelente gunplay
  • Variedad de armas, vehículos y poderes
  • Buenos gráficos y optimización
Lo malo:
  • Verse obligado a encontrar las arcas para obtener armas y poderes
  • Repetición de objetivos
  • Historia un tanto pobre
60%Nota Final

Sobre El Autor

Edición y redacción. Diseño.

Temperley. Buenos Aires. Argentina

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