Mucho de lo que necesitamos saber sobre Imperator: Rome lo vamos a encontrar en su título. Roma, sin dudas, es el eje central del nuevo juego de Gran Estrategia de Paradox. Y la Ciudad Eterna cumple un rol central en la campaña que se nos propone en esta ocasión. Pero, además, el vocablo “Imperator” también nos da una pista acerca de donde estarán puestas las intenciones jugables de este nuevo título. Usualmente confundido con el título de Emperador (con el que existe una relación, pero no la que usualmente se le asigna), Imperator era un poder de tipo militar que esgrimían los líderes y generales durante la Antigua República Romana. Es precisamente esta fuerte carga militar la que nos indica que tipo de experiencia vamos a encontrarnos en Imperator: Rome.

Pero primero, un poco de historia. Con Imperator: Rome, Paradox nos invita a recorrer el intrigante y violento tiempo del auge de la República Romana. Se trata de una idea interesante, ya que usualmente los juegos ambientados en Roma prefieren centrarse en el más conocido y visitado periodo imperial. La campaña comienza en el año 304 antes de Cristo, cuando Roma ha subyugado a sus vecinos más cercanos y se prepara para lanzarse a la conquista de los etruscos al norte y de las ciudades de la Magna Grecia al sur. Solo han pasado unos 20 años desde la muerte de Alejandro Magno, y los imperios sucesores crecen y se fortalecen en Europa, Asia y África. También crece el poder de Cartago a lo largo y ancho del Mediterráneo, amenazando a la expansión de Roma. Mientras que, en la India, el gran Chandragupta Maurya ha logrado erigir un poderoso reino. Se trata de una era de encrucijadas e incertidumbres, que sería testigo del nacimiento de la más reluciente joya del mundo occidental.

Imperator: Rome nos propone recorrer esta fascinante página de la historia al mando de distintos tipos de entidades políticas. En general existen tres clases diferentes. Las repúblicas, los reinos y las tribus. Roma es el ejemplo más notorio de lo que era una república antigua. Un cuerpo político gobernado por políticos escogidos y con cargos limitados, pero al mismo tiempo debatiéndose entre una organización social anticuada y los albores de una nueva era de vida cívica. Por otro lado, el mejor ejemplo de reinos dentro del juego lo vamos a encontrar en los estados sucesores, como por ejemplo el Egipto de Ptolomeo I Soter. Aquí el título de gobernante es único y hereditario, y tendremos que navegar con cuidado las peligrosas aguas de la política de corte. Finalmente, las tribus representan a la gran mayoría de las naciones menores del juego, desde los verdes campos de Irlanda hasta las altas cumbres del Himalaya, existe una innumerable cantidad de pueblos esperando su momento para avanzar, crecer, y meterse en la discusión de las grandes potencias.

Con esto dicho, el balance del juego, al menos en su versión inicial, parece estar orientado fuertemente hacía el lado de la República. Y es precisamente Roma la que se lleva las mejores y más variadas características de juego. Los reinos también plantean algunos desafíos interesantes, pero el estilo de juego de las tribus no cuenta con un balance adecuado y seguramente necesitará ser ajustado a fuerza de actualizaciones, tanto gratuitas como pagas (algo a lo que ya nos tiene acostumbrados Paradox).

Una vez que seleccionemos nuestra república, reino o tribu y comencemos la partida, vamos a encontrarnos con muchos elementos ya típicos de los juegos de Paradox. La interfaz de usuario será inmediatamente familiar para los veteranos de estos juegos, pero puede ser una fuerte barrera de entrada para los novatos. Imperator: Rome cuenta con un tutorial, pero, como suele ser el caso, es absolutamente insuficiente.

A grandes rasgos Imperator: Rome funciona con el típico sistema de recursos múltiples asociados a variables que crecen o decrecen con el tiempo. Hay algunos bastante sencillos de comprender, como por ejemplo el tesoro, que nos permite comprar unidades, edificios e invertir en distintas oportunidades. Pero otros elementos tales como la oratoria o el poder religioso son algo más abstractos y requieren que el jugador se ponga a estudiar y experimentar sus diferentes funciones para sacarles todo el jugo posible. Finalmente, el juego cuenta con distintos sistemas de balance, tales como la estabilidad y el contador de expansión agresiva, que nos obligan a prestar mucha atención a la política interior y exterior de nuestra nación.

A grandes rasgos Imperator: Rome divide su jugabilidad en dos grandes elementos: la política y la guerra. La faceta política es realmente interesante y está compuesta de una gran cantidad de engranajes en movimiento que dictarán el buen o mal funcionamiento de nuestra nación. La propia Roma es un excelente ejemplo de este sistema. La República, a grandes rasgos, se encuentra compuesta por unidades familiares asociadas a distintos apellidos. Estas familias tendrán distintas características, necesidades y un peso menor o mayor en el funcionamiento de la República de acuerdo a sus prerrogativas, posiciones, ambiciones y peso social. A su vez, el senado romano se encuentra dividido en cinco facciones que pugnan por llevar adelante reformas de distinto tipo (militar, populista, conservador y demás). Nuestra misión como jugador será la de encontrar un balance entre las ambiciones de los personajes individuales dentro de las familias al tiempo que navegamos las turbulentas aguas de la política senatorial y buscamos expandir el poder romano.

En este aspecto, Imperator: Rome se siente como una versión algo simplificada del sistema de personajes y relaciones interpersonales de Crusader Kings II. Cada personaje en Imperator: Rome cuenta con distintas características que dictan su capacidad para realizar distintas funciones y su posición social dentro de la República. Por ejemplo, un personaje que tenga excepcionales dotes militares puede guiar a nuestras cohortes a la victoria, pero al mismo tiempo transformarse en un dolor de cabeza si su lealtad hacía los objetivos de la República es menor a su lealtad para consigo mismo. Además de estas capacidades y prerrogativas, los personajes dentro del juego también poseen ambiciones personales y una red de relaciones.

Algunas veces, estos elementos no son dañinos (por ejemplo, determinados personajes desean servir a la República o al menos vivir una vida sin preocupaciones). Pero en otros casos, podemos encontrarnos con personajes que son enemigos y están constantemente intentando asesinarse entre ellos, o con funcionarios ávidos de moneda que desvían dinero de las arcas del tesoro hacía sus bolsillos. Encontrar un balance al menos funcional a la red de personajes que plantea el juego al tiempo que desarrollamos la infraestructura de las ciudades y descubrimos nuevas tecnologías es uno de los grandes desafíos que nos presenta Imperator: Rome, y Paradox realmente ha dado en la tecla en este departamento ya que la cantidad de variables en juego es realmente sobrecogedora, lo que le da al título un elevadísimo grado de rejugabilidad. Algo que ya es marca registrada del estudio sueco.

El otro gran aspecto de Imperator: Rome es el militar. Y aquí Paradox ha dado algunos pasos adelante con respecto al funcionamiento de la guerra en otros títulos recientes. Como de costumbre, formaremos ejércitos mediante la combinación de diferentes unidades de infantería, caballería o combate a distancia y los apelotonaremos en los viejos y queridos “Stacks of Doom” en búsqueda de sumar los números más impresionantes. Pero lo interesante, es que en Imperator: Rome los números no son lo único que cuenta. La efectividad de un ejército está determinada por la cantidad de tropas, la experiencia de su comandante, la composición de unidades, las disciplinas de combate e incluso el terreno en el que se libre la batalla.

En lo particular, creo que el sistema de disciplinas de combate es lo que hace a la faceta militar de Imperator: Rome tan efectiva. Cada ejército puede adoptar un tipo diferente de postura para el combate, y estas posturas serán más efectivas en distintas situaciones. Por ejemplo, es muy factible defender un difícil paso de montaña con una cantidad inferior de tropas si utilizamos una postura de emboscada. Y unidades de distinto tipo responderán mejor a diferentes doctrinas de enfrentamiento. Un buen ejemplo viene dado por los propios romanos, quienes favorecen el uso de infantería pesada en su ejército. Una de las primeras doctrinas especializadas que puede investigarse es el sistema de triple línea o “axies triple”.

En mi juego como Roma, este simple cambio de doctrina militar hizo que mis duras batallas con los etruscos y otros pueblos latinos se transformaran en auténticas masacres, con mis ejércitos aplastando a enemigos menos organizados y peor pertrechados. Otra buena característica de este sistema es que cada doctrina de combate tiene ventajas y desventajas contra otro tipo de doctrinas, por lo que deberemos estar siempre atentos de la composición de los ejércitos rivales, y hasta del estilo de lucha de los distintos pueblos (no es lo mismo enfrentar a los macedonios que a los escitas, por ejemplo).

En líneas generales, Imperator: Rome es un juego realmente interesante por parte de Paradox, y sus sistemas base son sólidos y presentan una evolución natural que combina elementos de prácticamente todos los títulos restantes de la empresa, desde Victoria II o Europa Universalis IV hasta Stellaris. Con eso dicho, el juego también presenta algunos problemas serios. Uno de ellos es la interfaz de usuario, que es funcional, pero necesita algunos retoques, en especial a la hora de presentar al jugador información esencial, como por ejemplo las rutas comerciales disponibles.

Otro gran problema viene dado por lo que es ya un clásico de Paradox: son demasiado notorios los “huecos” para DLCs. Como ya mencionamos, los sistemas de reino, y especialmente de tribu, palidecen ante la complejidad de los gobiernos republicanos. Y existen grandes regiones del mapa que no poseen un nivel de variedad y eventos específicos tan nutridos como los de Roma, Cartago o Egipto. Por otro lado, los propios límites temporales del juego nos dejan con gusto a poco. La campaña de Imperator: Rome termina exactamente en el momento en el cual, en el mundo real, Cayo Octaviano era coronado como Cesar Augusto, el primer Emperador. Aquí Paradox tiene mucha tela para cortar, ya que sería muy interesante poder continuar nuestra partida republicana hacía el Imperio y experimentar los momentos de mayor gloria de Roma, así como las vicisitudes de su inexorable caída (o incluso ser actores protagónicos de esta caída al mando de los reinos bárbaros).

Finalmente, desde un punto de vista audiovisual, Imperator: Rome es un juego correcto. El mapa cuenta con un fantástico nivel de detalle, en especial en los lugares más reconocibles, como por ejemplo el Delta del Nilo. Y la banda de sonora es adecuada. Por lo demás, el juego nos comunica los eventos y la información importante mediante texto, algo que es ya un clásico de este estilo de juegos. Afortunadamente, la traducción al español es mayormente buena, más allá de algunos pequeños errores de lógica dentro de los recuadros de información.

En definitiva, Imperator: Rome es un juego de Gran Estrategia muy interesante, que combina elementos ya propios de los juegos de Paradox y los reviste en un paquete absolutamente funcional y adictivo. Claro está, el juego también cae en los vicios ya típicos de esta empresa, y seguramente su versión definitiva la veremos dentro de un par de años, ya con media docena de DLCs y actualizaciones bajo el brazo.

Este review fue realizado con copias de prensa proporcionada por Paradox Interactive.

Imperator: Rome – Review
Gameplay80%
Gráficos80%
Musica y Sonidos75%
Lo bueno:
  • - Sistemas de juego efectivos que recuperan lo mejor de la historia de Paradox.
  • - Complejo sistema político.
  • - Las doctrinas militares hacen muy interesante ir a la guerra.
Lo malo:
  • Tutoriales insuficientes.
  • Se notan los “huecos” para DLC.
  • Algunos errores menores en la traducción al español.
80%Nota Final
Puntuación de los lectores: (3 Voto)
80%

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