Ya es tradición -aproximadamente desde el lanzamiento de Grand Theft Auto IV- que Rockstar haga esperar a los jugadores de PC para la llegada de sus títulos de mayor calibre a nuestra plataforma. En algunos momentos fueron meses, en otros han superado el año, pero siempre se construye una especie de ritual de anticipación que estamos seguros que el desarrollador disfruta como la mejor de las motivaciones, mientras trabaja por exprimir al máximo las posibilidades de nuestros sistemas, y con Red Dead Redemption 2 no hubo excepción.

A exactamente un año del lanzamiento en consolas de actual generación, Red Dead Redemption 2 nos llega a través de diferentes clientes de PC (primero Rockstar y Epic, luego Steam), pero su lanzamiento propone un contexto único que quizá lo hace más especial que en ocasiones anteriores. Nos encontramos en un momento en donde hay consolas premium que pretenden ocupar el terreno de las computadoras del alta gama, siendo su mayor ejemplar la Xbox One X, que alcanza a mostrar resolución en 4K y a 30 cuadros por segundo, con una calidad que hasta el momento era insuperable, lo que nos llevaba a concluir que nuestro único diferencial podría ser el de lograr los mismos resultados, pero con tasas de cuadros por segundo más cercanas a los preciados 60.

El titulo de altísimo perfil llegó acompañado de una gran controversia, no por la calidad del port en sí misma, sino por la percepción de los jugadores de PC con respecto a los requisitos mínimos y recomendados para poder correrlo.

Durante muchos años (con la llegada de las Xbox 360 y PlayStation 3), alcanzar los requisitos recomendados aseguraba jugar en calidad ultra a 60 cuadros por segundo, en el tope de resolución posible -generalmente, 1080p- sin ningún tipo de inconvenientes, cuando la calidad del port lo permitía. En este caso, esta versión de RDR2 ofrece un planteo muy diferente en cuanto a características técnicas y de personalización, que se parece mucho más a lo que originalmente recibíamos en nuestra plataforma, y la situación no fue comprendida por gran parte del público.

Quizá por haber entrado a este submundo durante los años de aquellas mencionadas consolas, o por no recordar bien cómo era, pero en PC era bastante dificil lograr un rendimiento óptimo al llevar las configuraciones al máximo, aun teniendo el hardware de más alta gama posible, porque los juegos eran desarrollados con planes a futuro, sobre todo en lo que respecta a las capacidades de los motores gráficos.

En 2004 era imposible correr Doom 3 al máximo, y también fue bastante dificil lograrlo con las siguientes iteraciones de ese motor gráfico (Quake 4 y Prey), aun siendo uno de los motores con mayor optimización de toda la historia. En 2007, el chiste de “¿pero puede correr Crysis? [But Can It Run Crysis?]” era recurrente porque se daba por entendido que el nivel técnico del motor realmente sobrepasaba las posibilidades técnicas del hardware contemporáneo, y así se lo consideraba más como un punto de referencia a la hora de mejorar la computadora en vez de un mal trabajo de parte de Crytek.

La situación es similar en RDR2 porque realmente no existe hardware que lo pueda correr en ultra a 60 cuadros por segundo, justamente debido a que el estudio ha realizado una conversión que les agrega una sobremarcha a todas sus opciones gráficas para llevar cada perilla a 11, aún sin poder experimentarlo como se debe, pero para también convertirlo en un punto de referencia a futuro, quizá también considerando la inminente llegada de las nuevas consolas de las empresas líderes del segmento.

Si en este año no hubo la oportunidad de experimentar esta ambiciosa aventura de mundo abierto de la excelentísima Rockstar, cabe advertir que no existe nada igual en cuanto a experiencia y desarrollo. Red Dead Redemption 2 le pega un giro absoluto al género de los sandbox de mundo abierto, no solo por el tamaño del mapa o la cantidad de sistemas que componen el gameplay, sino porque existe una enorme estructura escondida de reacciones dinámicas que hacen que nuestro paso por este mundo siempre deje huella y responda de acuerdo a cómo lo influenciamos.

Si bien la campaña es extensa y nos lleva a través de diferentes escenarios dentro del mismo mapa, muy al estilo de Rockstar, lo maravilloso de ponerse en la piel de Arthur Morgan está en los paisajes, la naturaleza, y la vida cotidiana de las personas que habitan este Salvaje Oeste que se enfrenta a un trágico final con la llegada de una civilización que no está dispuesta a negociar con la barbarie, ni a dejar en libertad a ninguno de los símbolos de esa época pasada.

La banda de Dutch van der Linde -el grupo del que Arthur es parte- se encuentra entre la espada y la pared tras una violenta situación en un robo del pueblo Blackwater, que es tema de constante análisis entre los súbditos de este rey loco que no se deja caer ante estos cambios paradigmáticos, aun arriesgando el bienestar de sus protegidos: por un lado lo persigue la ley y la eterna enemistad con la familia O’Driscoll, por el otro sabe que es el final de un estilo de vida que lo va a obligar a pagar por sus crímenes o morir en su ley, lo cual sumerge a todo su grupo en un constante debate político y filosófico en la búsqueda de sobrevivir.

Lo más brillante de ponerse en los zapatos de Arthur pasa por cómo los sistemas dinámicos del juego se complotan para construir una atmósfera realista y creible de un mundo que definitivamente parece la versión digital de los robots de Westworld. Ya sea mediante intervenciones de los actores de reparto, como las de los NPC que habitan cada pueblo, RDR2 logra generar la sensación de que el mundo vive aún cuando no lo estamos mirando. No es de extrañarse que al llegar al refugio de Dutch se encuentren un grupo de personajes interactuando entre ellos, ya sea al cantar juntos una canción, al estar peléandose o quizá planificando algo de lo que no seremos parte, como si simplemente existieran y razonaran dentro de este universo.

Lo mismo sucede en los caminos y otros pueblos, en la apuesta también se eleva con la incorporación de eventos pop-up dinámicos, que suelen activarse al estar viajando de un punto a otro. Como RDR2 es un juego que hace mucho énfasis en el viaje a caballo, tratando de evitar a toda costa el fast traveling para poder aprovechar el free roaming a toda costa, sus sistemas tienen la oportunidad de gatillar un mini evento que nos permitirá desviarnos del objetivo inicial de forma sorpresiva y realmente gratificante.

Es dificil saber la cantidad de mini eventos que ha incorporado Rockstar a este título, pero casi se puede afirmar que en una vuelta entera a su campaña, dificilmente se repita alguno de ellos, de los que se pueden mencionar cosas como salvarle la vida a un hombre que ha sido atacado por una serpiente, ayudar a un prófugo a deshacerse de sus cadenas, llevar a una mujer cuyo caballo ha colapsado a mitad de un viaje, o asistir a unos agentes de la ley que están sufriendo el motín de unos presos transportados (o asistir a los presos, si gusta el jugador).

Decir que esta monumental obra de Rockstar no es para todos puede sonar innecesariamente elitista, pero la realidad es que la forma en que el estudio ha decidido encarar esta simulación del Lejano Oeste prioriza la parsimonia de la vida en estos solitarios parajes, tanto al representar largas caminatas prácticamente en el mismo tiempo real que llevaría recorrer las mismas distancias en nuestro mundo, como en el sistema de animaciones contextuales que hacen que cualquier infima acción responda con varios segundos de movimientos de nuestro avatar, por lo que abrir un cajón para “lootear” un aparador puede llevar más tiempo que el que los videojuegos nos han enseñado a invertir.

Esto es algo que definitivamente divide las aguas en la comunidad de jugadores, ya que muchos aseguran que es innecesario a la hora de construir una mecánica de gameplay, mientras que otros quiebran una lanza en favor de su manera de construir una atmósfera que sin dudas no se encuentra en otro título. No es fácil determinar si en definitiva es algo bueno o malo para disfrutar de la experiencia, ya que -después de todo- eso es algo subjetivo, pero sin lugar a dudas propone una relación muy diferente con el jugador que busca sumergirse en un mundo que ha sido desarrollado con una obsesión por el detalle insuperable.

Con esa meta en mente, Rockstar también llevó al motor RAGE a nuevos límites, con resultados mucho más impresionantes que los de la versión de PC de Grand Theft Auto V. Al igual que en el título del trio de delincuentes que no para de meterse en problemas, Red Dead Redemption 2 hace un excepcional trabajo con los cambios de iluminación a través del día, y se suman unos efectos climáticos excepcionales, empezando por la bruma matutina de las zonas más húmedas de la región, y pasando por tormentas que nacen a la distancia, nevadas y fuertes lluvias que alteran el terreno.

Todo lo que se puede ver en RDR2 tiene un shader dinámico basado en físicas que se ajusta a lo que sucede en el entorno: si llueve, la ropa se ve mojada, los caminos se embarran, aumenta la intensidad especular de las piedras y el cielo se oscurece. Con el sol todo es mucho más seco y cuesta ver a la distancia por el reflejo de la penetrante luz en casi todas las superficies iluminadas. Para aumentar aún más el realismo de las influencias climáticas sobre las superficies, las calles presentan sistemas de teselación procedural, que no solo se deforman con el paso de las ruedas de los carros, sino que se ven modificadas por simples pasos de hombres o animales que quedan marcados uno por uno, sin temer a perder el rendimiento gráfico, e incorporando las físicas de los charcos para generar escenarios de calidad fotográfica.

Esa enorme estructura técnica no sería nada si no fuera acompañada de un arte que esté a la altura de las circunstancias, y como Rockstar ha decidido llevar todo a niveles casi futuristas, las texturas y el modelo de los personajes ostentan una resolución excepcional, en favor de un estilo artístico que ya es marca registrada del estudio. Además, la excelente banda sonora también participa en la construcción de esta particular atmósfera con intervenciones dinámicas que responden a los momentos que generamos en pantalla.

Demás está decir que las actuaciones de voces responden a un estandar de calidad altísimo, también característico del estudio, brindando momentos muy naturales tanto por el trabajo de los dialoguistas como por su importancia a la hora de construir las personalidades de tantos coprotagonistas que, pasadas algunas horas de juego, llegamos a conocer como si fueran parte de nuestra propia familia.

En palabras, Red Dead Redemption 2 parece demasiado bueno para ser real, pero más allá de lo que pueden dictar los diferentes gustos de cada jugador, es un título que recompensa con creces a observadores y los que se dejan llevar por la propuesta sin pretender que semejante obra esté obligada a apegarse a la innumerable cantidad de pretensiones que tienen los gamers de hoy en día. Es un juego cuya escala no tiene comparación y esa grandilocuencia es transmitida constantemente a nuestro rol en el mundo, a través de un gran escenario, grandes momentos, gran arte, y grandísimos personajes. Aun para quienes no tengan la paciencia de esperar que el juego se desenvuelva en su propio ritmo, Red Dead Redemption 2 es una experiencia que nadie debería dejar de probar.

Este review fue realizado con una copia de prensa proporcionada por Rockstar Games.

Red Dead Redemption 2 - Review
Historia90%
Gameplay100%
Gráficos100%
Música y Sonidos100%
Lo bueno:
  • Una producción sin igual en la historia de los videojuegos
  • El más alto nivel técnico de la actualidad
  • Gameplay refinado y funcional
Lo malo:
  • El ritmo de juego puede llegar a ahuyentar a los más ansiosos
  • El alto nivel de las opciones gráficas puede confundirse como falta de optimizacion
100%Nota Final
Puntuación de los lectores: (32 Votes)
67%

Sobre El Autor

Edición y redacción. Diseño.

Temperley. Buenos Aires. Argentina

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