Desde la filtración de las primeras capturas de pantalla del título, en enero de 2017, la simple idea de tener un Dragon Ball desarrollado por Arc System Works -quizá el estudio más aclamado del género de peleas-, construido en base a la espectacular tecnología gráfica que vienen utilizando desde Guilty Gear Xrd, no podría ser más prometedora. Y el resultado no está tan lejos de la gran expectativa de la mayor parte del público, salvo de los acérrimos jugadores de competencias de pugilismo virtual que no entienden de medias tintas, y llegan a compararlo con Marvel vs. Capcom: Infinite.

Pero quizá esa comparación no está tan mal para el gamer casual, o el simple fanático de la serie que quiere explorar una nueva entrada en el universo de Akira Toriyama, con el correspondiente torrente de fan service que caracteriza a la franquicia, pero esta vez desde el lado de los videojuegos.

Por suerte, Arc System Works no se conformó con armar un conglomerado de personajes sin una coherencia o un contexto que los contenga, sino que optó por construir toda una narrativa en pos de crear un nuevo evento dentro del universo. En Dragon Ball FighterZ hay clones por todos lados que hacen las veces de personajes duplicados (la única manera de justificar que existen dos Gokus en pantalla) y unas extrañas ondas que atraviesan el mundo, que sirven para explicar la aparición de un nuevo villano y la participación de los jugadores (nosotros mismos) para apoderarnos de las identidades de cada héroe.

La campaña principal gira alrededor de esta premisa, que a su vez también nos lleva a rescatar a cada uno de los personajes principales para salir a detener a Androide 21, la nueva creación de Akira Toriyama para esta nueva entrada al universo.

Como buen juego moderno, este fighter despliega una gran variedad de opciones para poder jugar como a cada uno le guste, pasando desde el completo modo historia, por un sistema de peleas online rankeadas y casuales, y hasta un obligatorio modo arcade que lleva el vértigo single player a otro nivel.

Quizá el punto más flojo es también el más emblemático de esta entrega. La campaña deja bastante que desear en cuanto a narrativa y ejecución, con decenas de cinemáticas que repiten lo mismo en cada uno de los luchadores que vamos recuperando, y que finalmente decide dar lentos pero interesantes pasos hacia su resolución. Para darle un toque más de condimento, está también dividida en tres arcos, que nos permiten encarnar a las diferentes facciones participantes, pero nada de todo lo que intenta termina por revelar una experiencia satisfactoria.

Donde si brilla es en la propuesta mecánica que nos lleva a través de las diferentes mecánicas, aunque no sin sobresaltos. Esta modalidad nos propone tener enfrentamientos de equipo a través de un pequeño mapa con casilleros que nos deja elegir qué caminos tomar hacia cada jefe, y realmente no está nada mal. Muchas veces, para salvar a un nuevo guerrero, el camino hacia su correspondiente zona nos enfrentará a otros lacayos de gran nivel que no estaban en nuestros planes, convirtiéndose en algo así como un elemento de rol y estrategia que se suma a las peleas propiamente dichas. Para poder triunfar, es fundamental saber combinar equipos, subir de nivel a cada personaje, y activar ciertos elementos de bonificaciones, que si bien no desbalancean la experiencia de combate, si recompensan en los momentos de descanso y planificación.

En los papeles, esta es una modalidad brillante, pero una vez más, es en la ejecución donde se quedaron cortos. En primer lugar, la mitad de las peleas que podemos hacer están rotuladas como peleas de tutorial, lo que nos invita una y otra vez a aprender cosas que ya sabíamos, y peor aun, los contrincantes también se ponen en modo tutorial, invitándonos a que les peguemos sin piedad, y sin riesgo a recibir una respuesta.

Otra de las trabas es que, para empezar a convertirse en un desafío digno y divertido, el nivel de personajes contrincantes tiene que alcanzar alrededor del nivel 20, lo que lleva algo así como 5 horas de juego, frustrando hasta al más paciente de los jugadores. Para colmo, entre cada pelea que no debe llevar más de un minuto de combate, hay que comerse una y otra vez nuevas cinemáticas sin contenidos relevantes a la trama, siendo tan solo comentarios entre los luchadores que vuelven a encontrarse luego de haber estado distanciados por un largo tiempo. Definitivamente es algo muy apuntado al fan service, pero lamentablemente va en contraposición a lo vertiginoso de las peleas.

Por eso, lo más importante de Dragon Ball FighterZ está en su corazón competitivo, en las mecánicas propuestas y los recursos que le ofrece a los amantes del género para trenzarse en espectaculares momentos de acción llenos de todo el espectáculo visual que siempre ofreció la serie animada producida por Toei Animation.

En este caso, la comparación con Marvel vs. Capcom: Infinite no ha sido tan errada, ya que tanto en sus aciertos como en sus debilidades comparten ciertas tendencias. En primer lugar, al tratarse de un juego de combate por equipos (de tres luchadores en este caso), el sistema de combos está fuertemente inclinado al sistema de tag, o golpes combinados, agregándole muchísimo más vértigo a cada riña y ofreciendo un amplio espectro de combinaciones para que cada uno pueda explotar sus mejores técnicas de batalla. Lamentablemente, al igual que el juego de Capcom, las clases de personajes están un tanto exacerbadas y ofrecen cierto desbalance, pero se entiende que está todo pensado para poder idear combinaciones inteligentes de grupo y así tener equipos que puedan contrarrestar cualquier técnica del enemigo.

Por este lado, y al contrario de lo que propuso Capcom con su serie, Dragon Ball FighterZ permite guardar una gran cantidad de equipos pre-configurados de acuerdo al propósito que busquemos darles, sin necesidad de detenernos por varios minutos en una selección de personaje para contrarrestar al enemigo, lo cual es una buena adición para agilizar los momentos de las competencias online.

Sin lugar a dudas, este no es un juego para los exigentes, pero gracias a todos estos recursos, si es un buen candidato para los que juegan a todo lo demás, ya que no solo las caras conocidas y estas profundas combinaciones benefician a la accesibilidad, sino también la facilidad de los inputs para el enorme abanico de movimientos de cada personaje, los auto-combos, y las combinaciones de movimientos super entre personajes hacen que también recompense hasta a los irritantes button mashers, dándole oportunidades tanto a los recién llegados, como a los peleadores de todos los días, evitando las frustraciones tempranas.

Donde seguramente la sorpresa es unánime es en el apartado audiovisual, que tal como se mencionó, está desarrollado con el moderno cel-shading característico del estudio, ofreciendo una experiencia única, muy cercana a la de estar viendo escenas de la aclamada serie. Gracias a este efecto, que generalmente esconde resoluciones de textura y efectos de baja resolución, Dragon Ball FighterZ se lo puede escalar a lo más mínimo del rendimiento de cualquier notebook gamer de hace un par de años, o cualquier PC que esté rondando los 5 o 6 años de vida, y siempre sigue andando sin problemas.

Los modelos de personaje son brutales, las animaciones impecables, y los efectos de sonido acompañan en todo momento sin dejar baches, para que la recreación sea completa. Lamentablemente, para nuestra región no cuenta ni con las reconocibles voces de doblaje mejicano, ni con el doblaje al portugués brasilero, por lo que pierde algunos puntos contra otros proyectos internacionales de Bandai Namco como Saint Seiya Soldier’s Soul, los Naruto Ultimate Ninja Storm, y One Piece. Es la única de las cuatro grandes franquicias de la empresa nipona que deja en falta una localización como la que esperamos quienes nos criamos viendo estas series en el cable, y aunque no se trate de un punto de demasiado peso en contra, hubiera sido muy bueno que llegaran a ofrecerlo.

En las escenas cinemáticas se puede llegar a apreciar bien el nivel técnico de los modelos de personaje y el efecto general de este shader que realmente funciona como si hubiera aprendido una inteligencia artificial a imitar los tratos y colores que los artistas han utilizado durante décadas, pero lo mejor está in-game, donde todo se conjuga en un todo espectacular, convirtiendo cada cuadro del render en un potencial wallpaper para el escritorio del sistema operativo.

En general el paquete es completísimo y muy bien desarrollado para nuestra plataforma, con un rendimiento impecable, un modo online que funciona y toneladas de contenido para pasar horas experimentando con combates de todo tipo. El plantel de 23+1 personajes puede resultar un tanto austero pero seguramente futuros packs de descarga agregarán nuevos e inesperados integrantes de este universo al que le sobran oportunidades. Dragon Ball FighterZ es sin lugar a dudas uno de los productos más concretos y efectivos de nuestra plataforma, devolviendo cada centavo invertido en experiencias realmente satisfactorias, tanto para jugar en solitario como para revolearse unas trompadas con amigos.

Este review fue realizado con una copia de prensa proporcionada por Bandai Namco America. Pueden ver más de 200 imágenes en 4K en nuestra galería de Epic Shots, como también más videos (también en 4K) en nuestro canal de Youtube.

Dragon Ball FighterZ - Review
Historia65%
Gameplay80%
Gráficos100%
Música y Sonidos85%
Multiplayer80%
Lo bueno:
  • Excelente desarrollo audiovisual
  • Buen balance entre gameplay hardcore y accesible
  • Divertido en todos sus aspectos
Lo malo:
  • Historia olvidable
  • Plantel un tanto escaso
  • Algunos personajes se parecen bastante entre si
82%Nota Final
Puntuación de los lectores: (24 Voto)
76%

Sobre El Autor

Edición y redacción. Diseño.

Temperley. Buenos Aires. Argentina

Dejar una respuesta