A la hora de enfrentarse a una nueva propuesta, en un género tan hermético como el de la simulación de carreras de autos, contextualizar es una práctica fundamental para no confundir las expectativas con la realidad, y Project Cars 3 es un título que llega para estresar esa filosofía como ningún otro con anterioridad.

Para los que no vienen siguiendo la serie, la situación con Project Cars siempre fue particular: un juego que ofrecía visuales realistas, un amplio catálogo de categorías y circuitos, y un nivel de personalización que casi lo ponía en la zona de RaceRoom Racing Experience, Assetto Corsa, iRacing o rFactor 2. El problema es que, al poner las manos en el volante, no daba la experiencia de un simulador completo, pero tampoco era cómodo de jugar con gamepad. Una forma rara que no dejaba ni entenderse como una personalidad propia.

Quizá es por todo eso que Slighly Mad Studios decidió reconocer -tras dos intentos- que hacer simuladores realistas quizá no era lo suyo, y para Project Cars 3 directamente se fueron para el lado más arcade del segmento, con un “semisimulador” que no es un Need For Speed pero tampoco deja demasiada profundidad para explorar, pareciéndose más a un Forza o a un GRID.

Desde el arranque, la presentación de Project Cars 3 ha recibido una profunda renovación con respecto a sus antecesores. El menú principal es mucho más dinámico y definitivamente está más preparado para utilizar con gamepad que con un mouse, pero sin interferir en la experiencia de este último. Lo primero que queda a la mano es la posibilidad de generar un avatar que nos acompañará a través de la carrera single player y los modos multijugador.

El modo carrera ha sido renovado por completo para que se arrime más a la filosofía buscada para esta entrega, ya que en vez de poder hacernos camino a través de diferentes disciplinas como era antes, ahora el juego utiliza un formato más “Codemasters” -por decirlo de alguna manera- y el avance es a través de categorías divididas más por la potencia resultante de los vehículos que por las que corresponden a sus contrapartes de la vida real. Este es el principal guiño que hace el juego para que entendamos que los años de simulación realista quedaron atrás.

Ahora podemos jugar con cualquier vehículo del catálogo, en cualquiera de los segmentos, siempre que logremos que sus modificaciones los acomoden a la categoría del evento que vamos a encarar, tal como sucede también en los Forza Horizon. Gracias a esto podemos llevar a un auto de la clase E a través de las diferentes clases que le siguen, siempre recurriendo a mejoras de diferentes partes del bólido – salvo cuando el evento acote un poco más los requerimientos, ya sea por año, marca o tipo de tracción.

Gracias a este sistema también podemos bajar de prestaciones a algún vehículo que se nos pasó de categoría, para poder conquistar eventos que con anterioridad se hicieron demasiado complejos para el modelo que teníamos en ese momento, y así seguir obteniendo créditos para otros vehículos o puntos de experiencia para desbloquear otros modelos más interesantes.

Si bien la movida es inteligente y práctica para mantener el espíritu videojueguil (?) de la propuesta, para muchos fundamentalistas ver un Ferrari 288 GTO en el mismo asfalto que un Mitsubishi Lancer Evo VI es prácticamente motivo de tortura y ejecución.

De todos modos, lo más extraño de su progresión está en que no hace falta ganar las carreras para seguir avanzando en la campaña. Al menos no siempre, ya que en gran parte de los eventos lo que hay que hacer es cumplir con objetivos específicos para sumar puntos de desbloqueo. Si bien, en muchos, uno de los objetivos será “ganar la carrera”, en muchos otros alcanzará con batir el tiempo de un sector específico del circuito, pasar limpiamente a un puñado de competidores o liderar una vuelta completa, lo que nos dará un crédito por cada objetivo alcanzado, que se sumará para poder abrir nuevos eventos y categorías en la progresión.

Así ligero de restricciones como se lo plantea, Project Cars 3 cuenta con un extenso catálogo de vehículos y circuitos para explorar, que más o menos representa a la suma de todo el contenido presentado en las dos entregas anteriores. Los detalles están en cada uno de los modelos y escenarios como en ninguna de las otras ocasiones, notándose un profundo trabajo de Slightly Mad por mejorar el apartado visual en cada uno de los rincones de este juego.

Debido a esta meticulosidad, Project Cars 3 es probablemente el mejor juego de carreras para disfrutar en VR, pero no solo porque la implementación es accesible desde que lo instalamos, sin tener que ajustar nada -al igual que su antecesor- sino también por la impresionante calidad gráfica y la experiencia vertiginosa de gameplay que se termina construyendo.

Para lograr semejantes resultados no podía fallar el gameplay, y si bien venimos amenazando desde el comienzo sobre que este juego no es un simulador, tampoco suelta demasiadas ventajas como para que cualquiera pueda dominarlo. La clave está en saber entender que el realismo tiene sus límites ligeramente abiertos para esta propuesta.

Gracias a varias mecánicas de gameplay, este juego permite tener competencias de alto voltaje sin faltarle el respeto a los más grandes pilotos, pero además incluye asistencias que permiten que cualquiera con menos pretensiones pueda disfrutarlo. Principalmente en el sistema de penalidades (algo muy criticado en la serie) Slightly Mad ha logrado un consenso general sobre cómo influir en el recorrido del jugador sin entrar al terreno de las frustraciones, y de paso, beneficiar a la experiencia online que tanto cuesta acomodar en los títulos del género.

En vez de apegarse a las medidas realistas del general de los torneos que hay en el mundo, como las banderas, la suma de segundos o los drive-through por el pitlane, Project Cars 3 se pone bien videojuego y hace algunas cosas para penalizar sin sacar del ritmo de carrera, por más que se pierdan puestos en el avance. Una de ellas es la de desacelerar drásticamente el vehículo cuando se hace un corte injusto en alguna curva, mientras que al obtener una ventaja ilícita por sacar a un competidor de carrera también es penalizado con la pérdida de las colisiones, lo que hace que todos puedan pasarnos sin sentir nuestra presencia. Esas buenas herramientas de balance además son beneficiadas por un reajuste absoluto de la forma en que el juego considera a las faltas, algo que estaba siendo muy necesario en la franquicia debido a los problemas que generaban en el pasado, donde muchas veces se consideraba en falta algo que en el mundo real se considera como un margen válido.

En general, la experiencia con las manos en el volante es realmente satisfactoria porque el estudio ha sabido transferir -con artilugios y un mínimo de realismo- lo vertiginoso de competir en el asfalto con otros grandes pilotos, con cualquier tipo de auto, y en cualquier condición climática, una vez más, a favor de ampliar el espectro de su audiencia y terminar construyendo una simulación ligera que prioriza la diversión, y esto lo consigue de punta a punta.

El efecto aumenta su valor aún más cuando se pone sobre la balanza que no hay otros simuladores de carreras con este tipo de propuestas en el mundo de la realidad virtual, para el que ya estamos cansados de reclamar una versión de Formula 1 que se ocupe de la plataforma, o de avisarle a Codemasters que nos queda debiendo cada vez que sale un nuevo Grid o Dirt. Por suerte, Project Cars 3 cuenta con toda la facilidad de subirse al juego, apretar un botón y quedar centrados en este mundo como ningún otro simulador, y ese es otro plus extra que respalda a esta entrega.

En cuanto a lo técnico, la parte gráfica no se aleja demasiado de la entrega anterior, pero realmente sigue siendo uno de los juegos de carreras con los gráficos más impresionantes que tenemos a mano. La simulación de iluminación artificial de las carreras en la tarde o la noche, el espectacular sistema de partículas de la lluvia y las texturas que se presentan en los vidrios, y todo lo que acompaña a la atmósfera de los circuitos durante cualquier horario del día, hacen que Project Cars 3 ofrezca, por momentos, cuadros fotorrealistas o bastante cerca de lograr semejante efecto, acompañando la técnica de los shaders y la iluminación con unos modelos excelentes.

Lo mismo sucede al pasar al mundo de realidad virtual, que obviamente baja drásticamente la resolución de pantalla y de las texturas, pero lo hace con una consistencia sólida, manteniendo el estilo visual y el cuasi realismo que esperamos en este tipo de propuestas.

Lamentablemente, el punto más flaco de sus apartados está en el de los sonidos, que sigue arrastrando problemas antiguos de mezcla, fallando en los niveles de audio al utilizarse en ciertos dispositivos de 5.1 y 7.1, y presentando sonidos de motores de muy baja calidad en comparación a sus contemporáneos. En otras épocas podría haber sido un buen ejemplar de su género, pero teniendo a mano muestras como las de RaceRoom Racing Experience o Forza Motorsport 7, es difícil de justificar esta baja calidad.

A fin de cuentas, habiendo contextualizado y presentado tanto sus defectos como sus virtudes, es difícil pensar en Project Cars 3 como un juego mediocre, porque definitivamente logra lo que se propone, y mejor aún, todos sus aspectos resultan en grandes momentos de diversión y satisfacción, tanto para novatos como experimentados, y gracias a la cantidad de atención que han impuesto en lograr una experiencia efectiva, no hay forma de caer en la frustración de ninguna forma inesperada o injusta.

Es una pena que muchos vayan a medir a este simulador con la vara equivocada, pero es espectacular que Slightly Mad haya reconocido cuáles son sus virtudes para poder construir el juego que definitivamente saben hacer, y dejar de intentar fallando en aspectos que no pudieron resolver en momentos anteriores. Si la idea es encontrarse con un juego que simule hasta el más mínimo detalle de las físicas de un bólido de cuatro ruedas, este no es el juego indicado, pero si la búsqueda está en pasar un momento de vertiginoso divertimento, que logra llevarnos hasta las sensaciones de las viejas épocas de los primeros Gran Turismo, Project Cars 3 tiene todo lo que hace falta para no cansarse por un largo rato.

Este review fue realizado con una copia de prensa proporcionada por Bandai Namco/Slightly Mad Studios.

Project CARS 3 - Review
Campaña80%
Gameplay80%
Gráficos90%
Música y Sonidos70%
Multiplayer75%
Lo bueno:
  • Efectivo reajuste de la franquicia
  • Gran catálogo de autos y eventos
  • Excelente implementación VR
Lo malo:
  • La lejanía con el realismo puede ahuyentar a muchos
  • El apartado sonoro no está a la altura
88%Nota Final
Puntuación de los lectores: (3 Votes)
62%

Sobre El Autor

Edición y redacción. Diseño.

Temperley. Buenos Aires. Argentina

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