Luego de los desastrosos resultados de Mass Effect: Andromeda, enfrentarse a una nueva propiedad intelectual de BioWare se convirtió en algo aterrador, sobre todo luego del contexto generado por aquel fracaso comercial y de críticas. Uno hubiera creído que para tratar de reivindicarse, el equipo de turno se enfocaría en una de sus apuestas seguras, como un nuevo Dragon Age, o una continuación de Andromeda que pusiera las cosas en su lugar, pero el anuncio que llegó durante la E3 de 2017 fue la de un desconocido Anthem que planteaba un cambio de género y una expansión como la de ningún otro juego del género.

Las expectativas generadas por un nuevo juego de la casa de los mejores RPGs occidentales de la historia llegan siempre a los niveles que alcanzarían solo los anuncios de Valve o del propio Hideo Kojima, y no es fácil complacer a un público fanático que siempre espera lo mejor de sus desarrolladores favoritos.

Como si se tratara tanto de fortuna como de condena, Anthem es un juego extenso, con ambiciosas capas que construyen una estructura compleja de sistemas de gameplay y narrativa que tratan de sostener un universo del calibre de las más aclamadas series de la industria. Todo en Anthem es gigante, a pesar de verse muy acotado en algunos de los sectores de la base de operaciones, aunque siempre hay una explicación contextual que fundamenta todas las situaciones que se presentan, muy al estilo de BioWare, como si todo se pudiera describir con una imposible fórmula matemática que resuelve la construcción del universo.

En este universo, luego de un evento de extinción masiva, la humanidad se ha asentado en fuertes donde mantienen sus microsociedades resguardadas de la violencia de otras especies y otras razas de humanos que buscan conquistar nuevos entornos, siempre haciendo un fuerte énfasis en un poderío militar y tecnológico que no termina de brindar la paz en ningún lado.

No es fácil explicar el contexto universal de este mundo debido a la naturaleza “medieval futurista mágica” que muy bien ha desarrollado BioWare para este título, ya que además de tratarse de un género posmoderno del que pocas referencias tenemos, por un lado se aferra mucho a los avances tecnológicos y las explicaciones científicas, mientras que por otro da por hecho que la magia es la explicación a gran parte de las cosas que suceden con estos guerreros de armaduras ultra tecnológicas.

Estos “Javelins” fueron construidos por una histórica heroína para liberar a la humanidad de la esclavitud, y desde aquel entonces son el arma de defensa más avanzada que tiene cada fuerte para mantener la paz de sus habitantes. Con el fin de las guerras, y tras el desastroso resultado de un evento cataclísmico histórico que dejó más bajas de las que hubieran esperado, muchos Javelins dejaron de utilizarse, quedando algunos pocos guerreros en el circuito de los mercenarios “Freelancers”, que se dedican a mantener su vicio de pilotar estas máquinas haciendo trabajos a pedido, y como no podía ser de otra manera, nos toca ponernos en la piel de uno de ellos.

La historia principal arranca los contratos de quienes puedan pagarlos, permitiéndonos explorar el mundo de a poco para aprender las mecánicas de cada Javelin. El planeta con el que nos encontramos al iniciar nuestro primer vuelo es realmente increíble, conformado por grandes sectores naturales invadidos por los restos del cataclismo, y habitado por todo tipo de fauna y humanidad de diferentes calañas. Cada lugar brilla y tiene detalles reconocibles, para que rápidamente podamos dilucidar en qué sector estamos, y qué puede esperarnos en cada uno de sus rincones.

El solo hecho de poder pilotar uno de estos Javelins es todo un evento en sí mismo, y una de las partes más brillantes de la propuesta de Anthem. Nunca en otro juego hemos tenido la elasticidad y dinámica para movernos como lo hacemos en este, y gracias al armamento que llevamos, no hay nada que no podamos hacer a través de las misiones de campaña o las de mundo abierto.

Estar en el Javelin es casi una experiencia religiosa, y como lo describe uno de los propios habitantes de Fort Tarsis que se dedica a fabricar ítems estéticos, la llegada de uno de estos dioses del cielo es fantástica, un rayo que cruza el firmamento para caer a la tierra con todo su poder de destrucción, y esa descripción no podría ser más fiel a lo que realmente se experimenta durante todo el tiempo que nos sumerjamos en el juego.

Los NPCs son otro de los aspectos realmente insuperables de Anthem. Cada ciudadano de Fort Tarsis tiene algo interesante para ofrecer, llevándonos a diálogos que construyen este universo como pocos, y soportados por unos modelos de personaje, unas animaciones, y unas actuaciones de voces que no se pueden creer. Los actores de reparto -por así decirlo- están llenos de expresiones y momentos dramáticos desarrollados con una finesa inigualable. Son personas, son actores que nos están convenciendo de que todo este mundo es real, y nos generan empatía casi inmediatamente, logran entrelazarse, se relacionan en pequeñas escenas que con muy poco logran decir mucho.

Más en lo profundo de la trama, gracias a algunos giros argumentales interesantes, todo cobra mayor consistencia y nos obliga a seguir indagando para profundizar en este contexto, y hasta la actuación de nuestro protagonista sin nombre nos hace sentir una fuerte empatía por nuestro avatar, algo que no se consigue demasiado en juegos donde no se le ve la cara al salvador de turno.

Anthem es, sin lugar a dudas, uno de los ejemplares más refinados de BioWare en cuanto a argumento y desarrollo narrativo, además del lado tecnológico, donde definitivamente se postula como uno de los juegos de mejor fidelidad gráfica que se pueden encontrar en el mercado. El mapa global es realmente impresionante, y a pesar de haber sufrido un downgrade realmente fuerte con respecto a su trailer de E3 2017, sigue siendo uno de los juegos más dignos de ver de todos los tiempos. La vegetación reacciona a nuestro paso, el agua brilla y se pueden notar hasta las pequeñas gotas de lluvia en cuanta superficie se nos ocurra. Es realmente excepcional.

Pero si hasta acá parece que Anthem sería el juego del año y una nueva vara con la que medirse, lamentablemente hay que advertir que estamos algo equivocados (pero quizá no tanto.)
A todo el despliegue técnico y artístico de esta nueva propiedad intelectual no lo acompaña el contenido ofrecido en el lanzamiento. Algunos pueden sospechar de un apuro de EA para tratar de resolver un año fiscal que no cerraba demasiado, pero simplemente parecen haber redondeado el juego con lo que finalmente tenemos. No hay baches, hay falta de dirección o ideas que seguramente aparecerán luego del feedback del público y la prensa.

Anthem es un juego gigante en donde se repiten demasiado las mecánicas de las misiones. Algo así como el primer Watch_dogs o Ghost Recon Wildlands. Faltan momentos, los enemigos son todos los mismos, y la naturaleza salvaje de los entornos hace que siempre parezca que estamos repitiendo el mismo combate con ligeros cambios de diseño de nivel. La fauna, por ejemplo, bien podría ser un elemento de peligro contextual más que interesante, pero la implementación es solo la de algunos escorpiones gigantes durante eventos específicos y no suelen cruzarse en combates con otro grupo de enemigos.

Esto hace que el freeroam sea poco interesante, a pesar de que la implementación técnica de BioWare sea envidiable: Cuando salimos al mundo libre podemos encontrarnos con otros 4 javelines haciendo sus propias misiones, y nos podemos unir directamente, sin siquiera apretar un botón, tan solo acercándonos a donde se encuentran jugando. Pero cuando esto no sucede, poco queda por hacer uno mismo más que esperar a que se active un evento global en donde -una vez más- repetiremos la mecánica de alguna otra misión que ya hemos conquistado.

Otro de los graves problemas de Anthem está en el simplificado a la vista, pero complejo al fin, del sistema de estadísticas de personaje. Toda la construcción de nuestro Javelin está basada en la incorporación de ítems modificadores que reemplazan a los de menor nivel de forma casi lineal. Todos los drops suelen estar aproximados al nivel de personaje que llevamos, por lo que siempre es una cuestión de entrar al Forge a reemplazar viejos modificadores para poner los nuevos.

Si bien esta práctica parece no ofrecer una variable interesante en la progresión de personaje, al entrar en batalla se notan rápidamente los cambios y genera una sensación de avance muy gratificante. Lo mismo sucede con los modelos de armas, que suman más de 30 variables de shotguns, pistolas, light machine guns, heavy machine guns, sniper rifles y lanza granadas con variables elementales y perks que también afectan a los escudos, la regeneración y la salud del Javelin, entre otras cosas.

El sistema es innovador tras bambalinas pero la experiencia del usuario es definitivamente aburrida y repetitiva, con poco lugar a la experimentación, más allá de alternar entre diferentes tipos de armas o de habilidades secundarias. En comparación, las mismas intenciones de RPG ligero que adoptó Ubisoft para The Division son mucho más claras y menos repetitivas, ya que el nivel de personaje es lo que nos va a limitar la posibilidad de utilizar mejores perks y armas, obligándonos a mejorar al combatiente antes de adoptar nuevos elementos y sets.

Lamentablemente, poco queda por hacer una vez resuelta la campaña y los Strongholds que van rotando (Raids, en el lenguaje MMO), ya que el mundo abierto es simplemente una simplificación de las misiones de campaña sin tener que meternos en la narrativa, y no hay muchas variables extra a pesar de los ya mencionados eventos globales.
Pero no todo está perdido para Anthem. Como venimos viendo, la primera impresión se parece muchísimo a la de juegos como Destiny o el mencionado The Division, que supieron crecer meses después de sus tibios lanzamientos, con contenido extra y ajustes de experiencia radicales en base a la opinion de sus jugadores. Después de todo, y a pesar de las críticas, Anthem es igualmente un juego exitoso, con gente en todas las partidas de todas las misiones, lo que puede ser una buena base para que BioWare y Electronic Arts no le pierdan la pisada y se enfoquen en darle la merecida resurrección que todo MMO de acción mainstream finalmente requiere.

Al fin y al cabo, las bases son muy buenas, la narrativa de BioWare no tiene igual, y el gameplay es realmente incomparable, por lo que queda tan solo ajustar la experiencia de progresión y agregar contenido en una plataforma que, si no sufre del apuro del publisher dados sus últimos fracasos, puede llegar a crecer exponencialmente durante un par de años más.

Este review fue realizado con una copia de prensa proporcionada por EA/Bioware.

ANTHEM - Review
Historia80%
Gameplay85%
Gráficos95%
Música y Sonidos95%
Lo bueno:
  • Gameplay excepcional
  • Buena historia con grandes personajes
  • El universo pide ser explorado
Lo malo:
  • Brutal ausencia de contenido freeroam / endgame
  • Algunos problemas de optimización
  • Sistema de progresión aburrido
70%Nota Final
Puntuación de los lectores: (16 Voto)
47%

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