Cuando Assassin’s Creed Odyssey se anunció oficialmente y se mostró con una pronunciada similitud a Origins, la previa entrega que se desarrolló a la par de este, muchos fans de la saga imaginaron que se trataría de otro cash grab de Ubisoft para rellenar el corriente año fiscal.

Denominado por algunos gamers como un Total Conversion a manera de burla, con el pasar de los meses Ubisoft demostró por qué Odyssey, al margen de su semejanza en gráficos y gameplay con la iteración de Bayek de Siwa, sería muchísimo más que un simple mod. De hecho, resulta irónico que más allá de que aún queda mucho por mejorar en la franquicia, es Odyssey y no Origins el que se convirtió de manera unánime en el «reboot» o lavado de cara que tanto precisaba la saga para recobrar el interés de los fans, o de aquellos que precisaban de nuevos alicientes para introducirse en el mundo de los encapuchados.

Como muchos sabrán, Odyssey está ambientado durante la Guerra del Peloponeso, un conflicto que vio enfrentadas a las ciudades formadas por la Liga de Delos (encabezada por Atenas) y la Liga del Peloponeso (liderada por Esparta). Así es como comenzará nuestra odisea ya sea con Alexios o Kassandra (quien es el personaje canon de esta precuela, de precuela) para derrotar al Culto de Kosmos, los nuevos antagonistas de turno que a través de las Ligas formadas en los rincones de la Antigua Grecia, constantemente extorsionan a los líderes y figuras influyentes de ambos lados de la mencionada enemistad en pos de beneficiarse de sus derrotas o victorias, y de este modo buscar apoderarse poco a poco de las Islas Helénicas -y en última instancia, del mundo entero.

En nuestro rol como Misthios (mercenario en griego), recorreremos el mapa en busca de respuestas -y venganza- tras lo sucedido en nuestra desafortunada infancia y, al avanzar en la historia, se irán revelando los eventos que desencadenaron la tragedia de esta peculiar familia cuyos responsables pagarán -tarde o temprano- las consecuencias de sus manipulaciones.

Sin lugar a dudas, el robusto guion compuesto por un gran número de quests por etapas, en conjunto con el nuevo sistema de diálogos y las notorias consecuencias que surgirán de ellos, es lo que más precisaba la serie considerando que todas las entregas que siguieron a la trilogía de Desmond Miles, carecían de un componente narrativo atrapante, convincente y que, de alguna manera, tuviera una relación directa con otros episodios. La ausencia y falta de protagonismo del Observatorio de Black Flag, la Espada de Unity y el Sudario de Syndicate en subsecuentes capítulos de la franquicia, hacen que dichos títulos no sean más que un modo de presentar Artefactos de Eden aleatorios sin una continuidad ni un propósito -por el momento- esclarecido.

Así es como Oddysey se libera de ese estigma de vacíos narrativos e incoherencias en la ilación entre capítulos para retornar a los verdaderos origines de la saga con la aparición de los Frutos de Eden y los Isu, la misteriosa y avanzadamente tecnológica raza precursora que cuenta con un protagonismo -un poco- más acentuado. Con esta premisa, la tierra de Grecia ofrece una oportunidad a aquellos que nunca pudieron -o quisieron- jugar un Assassin’s Creed ya sea por prejuicios, o por los análisis o comentarios de allegados sobre narrativas insulsas acompañada de jugabilidad repetitiva.

Como muchos sabrán, el principal reclamo en las últimas entregas de la saga ha sido la sofocante cantidad de quests que recibimos ni bien comenzamos el juego, lo que en poco tiempo se traduce en un excesivo nivel de grinding que termina siendo una carga o tarea más que entretenimiento, o simplemente el deseo de expandir nuestro interés por el mundo que nos rodea y sus personajes. Si bien Odyssey no resuelve por completo este contratiempo, ahora sabremos diferenciar las quests más relevantes que se complementan a diferentes fragmentos de los objetivos principales (señalizadas con dorado) de aquellas verdaderamente secundarias (marcadas con color plateado o gris) que solo sirven para hacer recados o quehaceres varios propios de los mercenarios para obtener oro, experiencia o algún ítem específico.

Para aquellos que solo prefieran seguir la trama principal de Odyssey y estén algunos niveles por debajo del recomendado para continuar, sabrán que realizando las quests doradas (muchas de ellas relacionadas a los cincuenta cultistas ubicados en los diferentes rincones de la Antigua Grecia), no será tiempo malgastado, sino bien invertido. De hecho, además de revelar Cultistas y pistas sobre sus colegas, estas misiones también nos ayudarán a dar con el paradero y desafiar a las bestias mitológicas (la Esfinge, el Minotauro, el Cíclope y la Medusa), e inclusive tener un impacto en el desarrollo del argumento central.

Está claro que el nuevo sistema de quests está inspirado en RPGs modernos como Witcher 3, o simplemente en Witcher 3, a Odyssey le sienta más que bien. Resulta hasta raro jugar un Assassin’s Creed que presente varios puntos de Autosave y la opción de Quick Save/Load, sumado al hecho de poder fallar quests si hacemos una de ellas en el orden erróneo o inclusive respondemos mal una pregunta.

Quizás molesta un poco que cada quest principal o aquellas doradas se ramifiquen muchas veces en otras tres quests individuales (como sucedía en Darksiders II donde todo siempre era por tres) pero como su narrativa es llevadera y siempre relacionada al objetivo en cuestión, difícilmente se las puede criticar más allá de su cantidad o los enemigos que enfrentemos.

Y hablando de enemigos, Ubisoft ha corregido un gran error en Origins: su escalamiento de nivel. Si bien Odyssey requiere de cierto nivel de personaje -recomendado- para las quests principales, se ha implementado por defecto el escalamiento de nivel para los todos tipos de enemigos. Por supuesto, las recompensas serán acordes al scaling de las quests y sus enemigos, de modo que regresar a islas ya visitadas será tan provechoso como si lo hubiéramos hecho anteriormente.

Además de las nuevas mecánicas RPG, Odyssey toma prestado el sistema de mercenarios de Middle-Earth: Shadow of War (aunque de manera más sencilla), agregando a su vez una barra de notoriedad al estilo Grand Theft Auto. Acciones como matar civiles, robar posesiones ajenas (marcado con rojo para advertir una inmoralidad) y asesinar los mismos mercenarios, aumentará nuestra mala fama en diferentes regiones y atraerá instantáneamente a más mercenarios, al punto de poder estar luchando contra tres o cuatro de ellos el mismo tiempo. El nivel de notoriedad se puede remover eliminando a los heraldos de cada región, o simplemente pagando Dracmas (moneda corriente) ya sea en una zona específica o todo el mapa.

A decir verdad, los nuevos mercenarios no son muy diferentes de los diez guerreros Phylakes de Origins, aunque su variedad, cantidad y frecuencia con la que aparecen, será una buena alternativa para obtener una buena cantidad de experiencia como también ítems (en su mayoría épicos, no legendario) para no tener que gastar oro o materiales en actualizar los que tenemos equipados.

Gracias a poderosa lanza partida de Leonidas (que reemplaza a la emblemática cuchilla oculta), la posibilidad de elegir entre tres ramas de habilidades (Cazador, Guerrero y Asesino) totalmente diferentes, y el gran popurrí de armas y sets de armadura legendarias obtenidas en gran parte de las diferentes ligas de los cultistas (que ahora cuentan con un bonus por completar el set de cuatro o cinco piezas), el combate se siente mucho más dinámico, entretenido y desafiante que en Origins. Es cierto que las habilidades agregan un toque de fantasía y brutalidad, pero eso es precisamente lo que lo hace tan placentero y hasta en ciertas ocasiones, divertido. Pocas cosas causan tanta satisfacción como arrojar desde un acantilado a los enemigos -o inclusive mercenarios- con la icónica y violenta patada espartana, u otras habilidades igual de humillantes o extravagantes.

A pedido de los fans, la exploración y batallas navales regresan en Odyssey de la mano del Adrastea, el barco que será obtenido luego de rescatar al capitán Barnabás de las garras de un mercenario de la isla de Cefalonia. Contrario a Origins y su puñado de misiones (relacionadas únicamente a la trama principal), podremos navegar todos los rincones de Grecia y combatir con cualquier nave que se nos cruce, ya sean piratas, atenienses, espartanos o inclusive mercenarios y cultistas. El sistema de búsqueda previamente mencionado, también aplica a las profundidades marítimas.

El Adrastea cuenta con un robusto nivel de personalización similar al Jack de Edward Kenway, con el agregado de poder reclutar aliados (o enemigos, si no los terminamos matando) que nos darán diferentes tipos de bonificaciones tales como daño para flechas, lanzas o embestida, velocidad, o potenciar el daño de fuego de los proyectiles, entre otras. Está de más decir que el combate naval no tiene la misma emoción del rugido de los cañones o la ventaja estratégica del mortero o los barriles explosivos, pero aun así ejecuta las limitaciones de la época de manera acertada y sin lugar a reproches.

No obstante, si bien Odyssey realiza rotundos cambios -favorables- a la clásica formula de los Assassin’s Creed, también deja de lado algunas características clásicas, o empeora algunas de ellas. Sin tener en cuenta la falta de asesinatos sigilosos, el hecho de mezclarse entre multitudes o escuchar información de enemigos a escondidas, se extrañan los puzzles de la trilogía de Ezio (que en Odyssey se cuentan con los dedos de una mano) y las secciones exclusivas de traversal como las encontradas en Assassin’s Creed II o Brotherhood, o aquellas con un cierto toque cinemático como las de Revelations. Tanto Odyssey como la serie, precisa de elementos o escenas cinemáticas más pronunciadas, como la escena de persecución de Origins en donde escapamos en una carroza con Julio Cesar. Esta tampoco es muy emocionante que digamos, pero al menos sale de la monotonía de los enfrentamientos regulares. Nadie está pidiendo la escena de Madagascar en Uncharted 4, pero Ubisoft podría esforzarse un poco más por entregar secuencias interactivas más dramáticas y de película.

El traversal y las animaciones en general también son un paso atrás con respecto a Origins, y uno monumental con respecto al menospreciado Unity, que definitivamente estaba adelantado a su época en materia gráfica. Los movimientos tanto de nuestro protagonista (que son exactamente iguales tanto para Alexios como para Kassandra) como de los enemigos, no son ni muy fluidos ni muy elegantes, dejando en claro que el Odyssey al margen de todos sus avances, no tuvo el mismo nivel de presupuesto que Origins o Unity.

Otra de los descontentos por parte de muchos medios, Youtubers e inclusive algunos usuarios, son las microtransacciones, en particular el boost permanente de 50% de experiencia que tiene un costo de u$s 20 (que puede reemplazarse con un trainer). Sinceramente no tuve problemas en jugar y terminar Odyssey sin este beneficio, ya que las quests otorgan suficiente experiencia para subir de nivel a un ritmo normal conforme avanzamos en la historia. Es cierto que molesta tener que recurrir a algunas quests para avanzar en la narrativa principal, pero como indicamos previamente, las misiones doradas a la larga darán sus frutos, de modo que ningún minuto en Odyssey es malgastado. Quizás lo ideal sería que la quest principal no tuviera un límite de nivel, pero para ello habría que reformular el contenido de las demás regiones.

En cuanto a su visual, Odyssey también representa un paso atrás con respecto a Origins. Si bien ambos precisan de un pack de texturas 4K, Odyssey carece de la superior ambientación observada en Origins. Muchos escenarios durante ciertos tiempos del día se ven muy secos y sin vida, sin partículas en el aire o una iluminación adecuada que acompañe dichos periodos. La repetición de tumbas, cuevas (también subterráneas) y templos de los dioses, que básicamente son todos iguales (un cuadrado con un par de cofres en las puntas), denotan falta de tiempo o creatividad por falta de los desarrolladores. Asimismo, explorar las montañas de Grecia resulta un poco engorroso a caballo por cuestiones obvias, y el parkour tampoco se disfruta demasiado dado que trepar ahora es más como Shadow of Mordor/War que como Asassin’s Creed, ya que prácticamente se puede escalar todo tipo de estructura sin importar si hay relieve para hacerlo o no.

Muchos solían o aún suelen quejarse de Nvidia Gameworks, pero tanto a Origins como Odyssey les hubiera venido bien tener HBAO+ y Percentage-Closer Soft Shadows (PCSS), efectos que fueron implementados por Assassin’s Creed Unity y Syndicate por última vez y que hacían una gran diferencia. Dado que Odyssey es dado con una promoción de placas de video de AMD, es muy poco probable que se implementen las nuevas tecnologías RTX de Nvidia, tales como raytracing o tiempo real, o DLSS para mejorar la calidad de imagen (sobre todo en objetos y texturas) como también el rendimiento, que deja mucho que desear.

No solo Odyssey que se peor que Origins sino que también corre peor. Es entendible que las cientas de montañas equivalen a millones de polígonos más que el desierto de Origins no tiene, pero eso no justifica la calidad visual y el nivel de animación descuidado en muchos aspectos. Los modelos de los personajes en general no están mal, pero tampoco no presentan un nivel de detalle que se destaque. Los rostros no son tan inexpresivos como los de Mass Effect Andromeda, pero las animaciones de los personajes durante los diálogos no son propios de un título AAA. Cantidad versus calidad sigue siendo el estándar de Ubisoft en muchos de sus juegos open-world, y esperemos que esto pueda cambiar.

Pero al margen de todo lo negativo gráficamente hablando, Odyssey sigue siendo un título open-world atractivo en comparación con otros exponentes del género o RPGs. Muchos templos emblemáticos y algunas de las estatuas gigantes son definitivamente magnificas, y aspectos como la vegetación (en cierto modo mejorada con respecto a Origins) y el agua de los mares, nunca dejan de deslumbrar.

En la banda sonora por otro lado, se observa (o se escucha) un nivel de variedad superior de Origins, sobre todo en el combate. Diferentes tipos de enemigos, ya sean soldados atenienses/espartanos, piratas, o secuaces del Culto de Cosmos, tendrán diferentes melodías al enfrentarlos en combate. Muchos recordarán que las contiendas de Origins generalmente terminaban con una track que se repetia una y otra vez, de manera que la diversidad de canciones (ya sea con coros o no), realmente es bienvenida. El resto de las tracks con instrumentos propios de la música griega. Lo único que molesta de la banda sonora, es la inclusión de Ezio’s Family (track principal de Assassin’s Creed II) al navegar los diferentes menúes de quests, personaje, etc. A esta altura, es agotador que Ubisoft quiera seguir jugando con el sentimentalismo del mejor Assassin’s Creed hasta la fecha, y si tanto les gusta Jesper Kyd, que vuelvan a contratarlo.

Con respecto a las voces, me arrepiento mucho de haber elegido a Alexios y tener que haber soportado su voz que se asemeja a la de un ruso. Entiendo que su actor de voz (Michael Antonakos) es griego y el equipo de desarrollo buscaba un cierto nivel de fidelidad, definitivamente le salió el tiro por la culata. La voz de Kassandra por otro lado, es mucho más elegante y fina. La actuación de voces del resto de los personajes es excesivamente exagerada que terminan resultando(me) poco creíbles y hasta infantiles. Definitivamente es otro de los aspectos que se tienen que mejorar.

Con todos sus pros y sus contras, Ubisoft nos demostró cómo un Assassin’s Creed se puede disfrutar más cuando sale de su estructura convencional para convertirse en algo más que una simple simulación del Animus. Las nuevas habilidades que potencian el combate en combinación con los elementos de fantasía, sumado a una sólida narrativa con diálogos para nada triviales tanto para la trama principal como para sus objetivos secundarios, hacen que esta entrega sea -en mi opinión- la mejor desde Assassin’s Creed II.

Si bien aún queda mucho por mejorar en la franquicia, Odyssey representa un paso adelante mucho más significativo que el del supuesto reboot que aparentaba ser Origins, y eso no es poca cosa. Ya sea para un fan de la saga o no, Assassin’s Creed: Odyssey es un gran juego open-world repleto de características complementado por un guion digno de cualquier RPG triple A, que juntos nos darán decenas de horas de juego.

Aún sin una cuchilla oculta (cuya historia de su creación será explicada en el primer DLC), el emblemático traje con capucha, o los asesinatos entre multitudes, hay que reconocer que Ubisoft realizó un gran trabajo con Odyssey más allá del downgrade en comparación a otras iteraciones de la saga. Desestimarlo debido a prejuicios –justificados- hacia la franquicia, o no aceptar su premisa con todo lo bueno y lo malo que esto conlleva, sería un grave error.

Este review fue realizado con una copia de prensa proporcionada por Ubisoft.

Assassin's Creed Odyssey - Review
Historia90%
Gameplay85%
Gráficos85%
Música y Sonidos80%
Rendimiento75%
Lo bueno:
  • Narrativa potenciada por el sistema de díalogos y sus consecuencias.
  • Quests más sustanciales y la gran mayoría por etapas.
  • Combate más ágil y entretenido gracias al nuevo set de habilidades.
Lo malo:
  • Haber elegido jugar con Alexios y escuchar su voz.
  • Verse forzado a hacer quests secundarias para progresar en la principal.
  • Hace falta un pack de texturas 4K; Peor optimizado que Origins.
87%Nota Final
Puntuación de los lectores: (8 Voto)
84%

Sobre El Autor

Editor en Jefe. PR.

Rosario. Santa Fe. Argentina

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