Para los que ostentamos más de tres décadas en nuestros documentos de identidad, la saga Double Dragon supone un viaje a nuestra infancia. Quizá una sala de máquinas arcade, quizá un cartucho de Family (plataforma en la cual existía la mejor versión de Double Dragon II, a mi entender) o quizá la casa de un amigo junto a un vaso de yogurt bebible y algunas galletas vainillas.

Si hay algo que caracteriza al Siglo XXI, al menos por el lado del entretenimiento, son las remakes, reboots, y cuantos otros nombres se nos ocurran para la práctica de utilizar grandes recuerdos de nuestro pasado para atraernos a productos nuevos y sacarnos dinero en base a nuestra necesidad de revivir grandes momentos de nuestras vidas, y Double Dragon IV no podría ser otra cosas que algo de todo eso.

Si empezamos con la despiadada danza de las expectativas, hay que darle la derecha a Arc System Works por su honestidad al publicitar el producto. Double Dragon IV siempre se mostró como un reciclado de sprites y una habilidosa patada para meter de manera forzosa una nueva entrega en una franquicia que lleva mucho tiempo fuera del interés del 99,9% de los jugadores. Pero quizá no terminaron de entender cómo funcionaba la fórmula.

Para empezar, descartaron cualquier rastro de innovación presentado en Double Dragon III: The Rosetta Stone, donde se presentaban unas burdas pero adelantadas mecánicas de RPG y micromanagement, aunque todo se puede reducir a que este es, en realidad, una historia intermedia / paralela de los dos primeros juegos, justo donde secuestran a Marian, y por lo tanto, no deberían existir esas mecánicas. Billy y Jimmy andan de viaje y son emboscados por este clan de malos peleadores que caen, una y otra vez, bajo la misma táctica de combate, hasta que mueren, parpadean, y desaparecen.

Quizá el más pobre de todos los aspectos, más allá de haber quitado la posibilidad de tomar alguna decisión o siquiera la de poder elegir entre otros personajes -en vez del clásico pallette-swap de siglos anteriores- es la increiblemente degradada dificultad de juego. Si alguno recuerda un poco de la experiencia de los Double Dragon, sabe que no eran juegos para nada fáciles, y nos terminaban encerrando en un vertiginoso circulo vicioso que oscilaba entre la frustración y la adicción, que no nos permitía volver a tomar el control de nuestras vidas hasta gastarnos hasta la última moneda en ese Sacoa lleno de olor a cigarrillos de algún rincón de la costa bonaerense.

Lo que pasa en Double Dragon IV es que, seguramente, los desarrolladores se han olvidado cómo funcionaban sus propios personajes. (Cabe recordar que Arc System Works se había encargado de la versión original de Master System). De entrada uno empieza a notar que algo no está bien. Los que ya jugamos a los anteriores -que seguramente lo hicimos hasta el hartazgo- conocemos el balance, los tiempos de las animaciones y las respuestas de cada enemigo, y acá algo anda mal, sobre todo porque usaron sprites y animaciones que todos retenemos en la memoria. Todos los enemigos pueden ser derrotados, sin tocarnos, con la misma técnica de saltar hacia ellos mientras se recuperan, para patearlos nuevamente hasta desaparecer. Y eso no está bien. Los tiempos de invulnerabilidad están puestos tan al borde de cada animación que son demasiado modernos como para replicar la experiencia Double Dragon. Se puede decir que es algo bien hecho que resulta en un efecto erróneo.

En los juegos originales, aún en los arcades, donde el hardware era mucho más capaz que en los sistemas hogareños, uno reconocía las caídas de cuadros por segundo -que provocaban una molesta cámara lenta- como parte natural de las mecánicas de juego, de la misma manera en que un golpe justo, seguido de un stun en Street Fighter II, le da una caída de velocidad dramática pero natural a la secuencia de cada combate. Eso hacía que interpretemos el momento en donde dar el golpe de una manera diferente a cuando el juego andaba bien, y como acá todo es muy “2017”, se convierte en una vulnerabilidad de la propia experiencia.

Dentro de sus limitaciones de diseño y técnicas -sobre todo en el primero- Double Dragon tiene una escencia que dificilmente se haya replicado en otra serie, y si la búsqueda era tocarnos la fibra nostálgica para que arrojemos dólares al monitor, le han errado a lo más importante.

Obviamente, de un grupo de gente en donde falla todo lo más importante, no se puede esperar que salga algo bien de lo que no importa tanto. Uno de las cosas más notables es la diferencia del estilo gráfico que hay entre los sprites reciclados y los nuevos. Ni siquiera tuvieron la dignidad de usar las versiones más recientes de Double Dragon III, así que todo es un licuado de sprites que parecen sacados de aquella legendaria versión de Master System con algunos de algún momento del año pasado, atentando -una vez más- con toda búsqueda nostalgica coherente.

Lo otro a destacar aunque, justamente, pasa completamente desapercibida, es la banda sonora. Hoy en día podría tararear cualquiera de las piezas que componen la banda sonora de Double Dragon II: The Revenge, y especificar exactamente el momento en que ocurre, opacando por completo lo que han hecho en esta ocasión, que prácticamente se resume en un zumbido de ultratumba que molesta mientras caminamos largos tramos de nivel sin hacer nada.

Por si no quedó claro, esto es un accidente de tren, y pobre de aquel que intente recuperar algo de la ilusión de su infancia derrochando 7 dólares en esto. Sobre todo porque son 7 dólares que no alcanzan para pagar un nuevo set de sprites para nuestros héroes, un modo online cooperativo o un mejor balance en el combate con los enemigos. Cualquier emulador y cualquier ROM rescatada del universo paralelo conocido como “Internet” les va a dar un momento mucho más grato. (Como recomendación personal me voy a inclinar por los ports de la NES).

Definitivamente, la moraleja es que no se dejen robar tan fácilmente. Porque a pesar de que la comunicación de la campaña publicitaria gritaba “estamos robando con un juego de sprites reciclados y malas ideas”, era dificil creer que algo así pueda ser cierto, y lamentablemente, lo es.

Este review fue realizado con una copia comercial proporcionada por Arc System Works.

Double Dragon IV - Review
Gameplay40%
Gráficos40%
Música y Sonidos20%
Lo bueno:
  • No comprarlo
  • Usar emuladores a modo de castigo para el desarrollador
Lo malo:
  • Todo
  • Comprarlo como broma y darse cuenta que no tiene gracia
30%Nota Final
Puntuación de los lectores: (8 Votes)
38%

Sobre El Autor

Edición y redacción. Diseño.

Temperley. Buenos Aires. Argentina

Dejar una respuesta