Hay experiencias inolvidables que le ponen título a los géneros. Los Mario Bros., los Doom, los Need for Speed, y claro, NBA Jam. Es difícil encontrar otro juego que haya marcado de manera tan particular a los juegos de deporte, porque no fue un simulador, sino un arcade, pero además fue súper divertido, desafiante, competitivo e inolvidable. Pero cuando el dueño de la marca se olvida, o no se da cuenta, de la relevancia de la franquicia, de lo que se ha jugado, de lo que ha importado en la vida de tantos jugadores, es la oportunidad de otros contendientes a reclamar el punto de control que muchos fans necesitan en sus catálogos. Entra NBA Playgrounds.

Definitivamente estamos hablando de un clon de la abandonada NBA Jam, que desde la On Fire Edition no recibe una nueva entrega, y peor aún, que tan solo una vez (en 1996) ha pisado nuestra plataforma. Es por eso que Playgrounds gana terreno desde el vestuario con el anuncio del lanzamiento desde el primer día a través de Steam, presentando la clara premisa de ser algo similar -pero no idéntico- a aquella franquicia creada hace más de dos décadas por un vanguardista estudio de Chicago.

En lo primero que toma distancia Playgrounds de Jam es que no tenemos al enorme plantel de estrellas de NBA disponible de entrada, sino que adopta el adictivo sistema de sobres y cartas para ir desbloqueando uno a uno, para cada uno de los equipos de la asociación. La metodología de adquisición es simplemente la de jugar incansablemente para subir de niveles ganando partidos y campeonatos, y mejor aún, dominando el modo multijugador. Este termina siendo un aliciente más de rejugabilidad, ya que no suelta todo de entrada, y como en los sobres y cartas de la vida real, hay algunas que son más difíciles de tener por la poca frecuencia en la que salen.

Por el lado del juego, Playgrounds se arrima a Jam pero se niega a ser lo mismo, lo que termina siendo -quizá- lo mejor de esta experiencia. Playgrounds se disfraza y se porta como un arcade pero incorpora varios elementos de simulación que lo hacen un poco más atractivo. Al vértigo de las volcadas y los alley-oops se le suman estrictas estadísticas que le dan mayor respeto a la selección de jugadores, teniendo que considerar sus habilidades y el balance entre el par elegido. El rendimiento personal de cada uno no dura lo que duraba en la fantasía de Jam, y más de una vez, un Legendario o Épico es el que debe liderar en los partidos más importantes, ya que cuentan con altos puntajes pero además, con movimientos especiales.

Como arcade también triunfa con la inclusión de perks que se van activando a medida que llenamos una barra de acciones. Si bloqueamos un tiro, robamos la posesión, metemos volcadas o simplemente embocando algunos triples, se va llenando hasta el máximo en donde nos dará diferentes efectos momentáneos que se convierten en fundamentales al avanzar en los torneos. Empezamos con la pelota de fuego que permite embocar hasta los peores tiros, pero después nos encontramos con duplicadores de puntos, velocidad ilimitada, y reducción momentánea del tiempo de tiro del contrincante, entre otras cosas.

Todo el conjunto, que orbita a un sistema de controles realmente intuitivos y efectivos, se convierte en una vertiginosa danza de ida y vuelta en donde hasta el último segundo cuenta, y lo más interesante es que se termina convirtiendo en algo mucho más dinámico y divertido que el deporte original, entregando partidas emocionantes, que nos pueden hacer partir un teclado a la mitad cuando sentimos que hubo injusticias.

Gracias a los reclamos de la comunidad de los exigentes “jugadores del día-uno”, los desarrolladores se vieron obligados a parchear el juego para agregar una barra de tiros que les permita identificar rápidamente el “timing” y si han acertado el disparo, lo cual le quita un poco de variables de habilidad requerida, pero no le ha quedado nada mal. Además, la barra pone en evidencia la complejidad de los sistemas que calculan los tiros, considerando la posición del jugador al lanzar, sus estadísticas, y algo de aleatoridad, lo cual lo convierte en un elemento más de dramatismo y simulación.

El plantel de jugadores, además de presentar a los más importantes elementos actuales de la asociación, también presenta a grandes estrellas de la época en donde la NBA se puso en primera plana, más que nada durante la década de los 90s, para llegar a los televisores del resto del mundo. Tendremos la posibilidad de controlar a Shaquille O’Neal, Clyde Drexler, John Stockton, Dikembe Mutombo, Dennis Rodman, Patrick Ewin, y una montaña de etcéteras. Estas estrellas son considerados como los mencionados jugadores especiales, por lo que guardan algún que otro truco que los diferencia del resto de los participantes, pero en ningún momento logran desbalancear los partidos.

Gráficamente cumple con la premisa de los jugadores estrella super deformados, con estilos caricaturescos, pero llenos de detalles y respetando la fisonomía particular de cada uno de ellos. Los rostros también son fácilmente reconocibles, por lo que termina resultando en un gran monumento al deporte, y un regocijo para los fanáticos y conocedores. Hasta incluye al argentino Luis Scola en su paso por los Brooklyn Nets.

Todo corre de manera brillante sobre Unreal Engine 4 (no es que sea un juego pesado) y han aprovechado todas las características del motor para que no se sienta como un simple indie, sino que brilla como los mejores arcades de mediados de los 90s. Los escenarios -aunque son pocos- cuentan con público y detalles particulares de cada zona, como si se tratara de escenarios de King of Fighters 97, alimentando -una vez más- a nuestros niños internos desesperados por meter una ficha en alguna de las cabinas para jugar una partida más. Las cámaras lentas, los efectos de partícula, la iluminación, y un motion blur presente en todo momento, le dan un dramatismo único, que es realmente imperdible.

Quizá lo mejor de todo es que los grupos de jugadores de cada equipo real no están limitados a una cantidad específica de integrantes, por lo que el juego deja la puerta abierta a agregar más y más jugadores a través de todo el ciclo de soporte post lanzamiento. Hasta en el segundo parche se han incluido unos 15 nuevos personajes, por lo que podemos esperar muchos más. Y si lo consideramos como una plataforma abierta, quizá las pocas canchas que desbloqueamos a través de los torneos también puedan recibir más locaciones para disfrutar de un juego que puede llegar a ser interminable, e imposible de abandonar.

Para no dejar afuera nada, cabe mencionar que los sonidos y la música cumplen con su cometido, como debe ser. Por un lado, las melodías apuntan al hip hop pero estilizadas a la música tradicional de cada zona, una vez más, como se solía hacer en los juegos de pelea de antaño. Y por el lado de los efectos, todo corresponde a cualquier vertiginoso partido de basquet, comentado por un par de voces llenas de elocuencias que no molestan y le dan un brillo muy particular, aun cuando ha finalizado el encuentro.

Como puede notarse, NBA Playgrounds no busca ocupar ningún lugar dentro del despiadado catálogo de lanzamientos triple-A ni tener una presentación despampanante en alguna convención internacional de videojuegos, sino que pretende emular una sensación, tocar una vibra que ningún otro juego ha intentado alcanzar, y lo hace con creces. Para todos los jugadores que tienen un grupo de amigos, para todos los que les gusta competir, y para todos los que necesitan ocupar minutos de sus vidas entre trabajos, estudios y familias, esta es una de esas oportunidades imperdibles para hacerlo de manera divertida y con excelente calidad.

Este review ha sido realizado con una copia de prensa proporcionada por Saber Interactive/Mad Dog Games.

NBA Playgrounds - Review
Gameplay90%
Gráficos85%
Música y Sonidos80%
Multiplayer90%
Lo bueno:
  • Excelente recreación de un particular subgenero
  • Muy buenas representaciones caricaturezcas
  • Totalmente expandible
Lo malo:
  • Todavia faltan algunos importantes jugadores
  • Pocas canchas
  • Suele ser frustrante en algunas ocasiones
86%Nota Final
Puntuación de los lectores: (2 Voto)
89%

Sobre El Autor

Edición y redacción. Diseño.

Temperley. Buenos Aires. Argentina

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