Luego de las controversias levantadas por las extrañas decisiones que se efectuaron a la hora de lanzar los dos episodios de Broken Age, la pasada obra de Double Fine Productions, muchos se mantenían escépticos en cuanto a las nuevas andanzas de la desarrolladora en el mundo de los videojuegos. Sin embargo, en su más reciente título, denominado Headlander, Double Fine vuelve a demostrar que es aquello que lo hace grande como estudio y sobresalir por encima del resto. Gracias a sus ideas bizarras y llamativas, Double Fine logra crear experiencias totalmente únicas y memorables con ese humor tan peculiar que caracteriza al developer, no sin olvidarse de darle la dosis justa de acción.

La premisa de Headlander es bastante sencilla, al menos en sus primeros compases. Nos hallaremos despertando de un estado de criogenización en una nave acorazada intergaláctica, simplemente para averiguar que aparentemente somos el único rastro de civilización que aún sigue con vida. La humanidad tal y como lo conocemos, ha dejado de existir y su lugar ha sido ocupado por una serie de criaturas robóticas que están bajo el control de  un enigmático líder llamado Matusalen, un curioso nombre para un gobernante tan vil.

Sin duda, el panorama que promete Headlander es uno de extravagancia, debido a la llamativa combinación de los años 70 con la ciencia ficción moderna y, con tal solo darle una mirada a los primeros minutos de juego, ya podemos vislumbrar lo que nos depara. En nuestras manos tendremos el control de una simple cabeza, rodeada por un casco y sin cuerpo alguno, con la que emprenderemos un viaje digno de una película de ciencia ficción y una aventura retro-futurista como pocas. De todas formas, lo que hace tan especial a Headlander no es su narración, sino su jugabilidad, que sin lugar a dudas nos hará perder la cabeza -figurativa y literalmente- en todo momento.

Headlander se presenta como una aventura de acción y plataformas empañada en un sensacional diseño en 2D. Entrando un poco más en detalles, tomaremos el control de un terrícola, pudiendo controlar la cabeza del mismo. A pesar de las limitaciones que esto aparentemente conlleva, tenemos una gran libertad de movimiento a través de los niveles. Debido a que podremos transportarnos de un cuerpo a otro, gracias a las habilidades especiales que están implementadas en nuestro casco sobreprotector, estas determinaran que tipo de jugabilidad queremos desarrollar en el juego.

Podremos encarar el juego ya sea, desde un enfoque más cercano y personal y mejorando el desempeño de los cuerpos que sirven como recipientes o, por otro lado, mejorar el casco y ser más letales, rápidos y efectivos a la hora de enfrentar situaciones inadecuadas en las que el control terrestre suponga una complicación. Como es de esperarse, para poder recibir estas mejoras es necesario investigar el escenario y darle una mirada especial al mapa ya que, al recorrer minuciosamente los niveles, hallaremos áreas y lugares secretos en los que encontrar movimientos y habilidades especiales o, registros de grabación en los que podremos desentrañar un poco más su humilde historia.

Tal como mencione anteriormente, lo que hace tan especial a Headlander no es su narración, sino más bien su jugabilidad. La idea tan alocada y original de mantenernos constantemente cambiando de cuerpos ya sea, de un robot a otro, tomando guardias de seguridad, ciudadanos ordinarios o hasta canes robóticos con el objetivo de cumplir tareas secundarias, es lo que hace a este peculiar título tan único e irreprochable.

No obstante, cabe destacar que para mantenernos en el camino directo de la aventura será necesario darle una mirada a cada guardia robótico y a las puertas que dividen las distintas zonas del juego dado que, en Headlander, las clásicas y conocidas “llaves” toman forma de cuerpo y color, por lo que para viajar de una zona a otra, será necesario invadir el cuerpo de un guardia del color que se adecue a la puerta a la cual deseamos adentrarnos.

Las puertas de los niveles contarán con distintos niveles de seguridad asociados a los colores de sus enemigos ya sean, rojo, naranja, amarillo, verde, u morado entre otros tantos, quienes presentarán sus propios y particulares tipos de armamentos para impedir nuestro paso. Algunos de ellos resultaran más fáciles de enfrentar y eliminar debido al patrón simple que utilizan para atacarnos aunque otros, podrán con nuestra vida en un segundo si no prestamos atención a sus armas especiales o automáticas.

Aquí es donde las habilidades especiales de nuestro casco resultaran útiles, permitiéndonos crear escudos, detener el tiempo o amplificar nuestra velocidad para poder succionar sus cabezas y asegurarnos una defensa útil y satisfactoria. No obstante, hay que tener en cuenta que no solo deberemos vencer a los enemigos regulares o los jefes de turno, sino que también el mismo escenario tiene trampas, torretas y caminos electrificados a los cuales hay que prestarle la atención necesaria para no caer presa de un descuido espontaneo.

Si bien el diseño de los escenarios nos puede abrumar a medida que avanzamos, desorientándonos y creando a veces una sensación de estar caminando en círculos, resulta bastante sencillo marcar un punto en el mapa y llegar a su destino, gracias a la implementación de su cómodo mapa que, dicho sea de paso, también puede sernos útil para descubrir los lugares secretos previamente mencionados.

A pesar de su visual discreta, el diseño artístico con el que está complementada es sin dudas atractivo y hasta única. Cada uno de los objetos que animan y llenan de vida cada escenario están cuidado con el mas mínimo de los detalles, de manera que el espectador pueda sientir ese nostálgico y tan añorado espíritu de años 70, combinando a su vez con la identidad de la ciencia-ficción que tan famosa se hizo a principios de los 90. Todas las escenas psicodélicas que presenta Headlander a través de todos sus niveles, rinden homenaje con creces a dichas épocas.

No solo su apartado sonoro se adecua a cada uno de los momentos que la aventura intenta proyectar, sino que el humor tan especial que caracteriza a Double Fine también sigue intacto. Su banda sonora quizás no sea el punto fuerte del juego, llegando a sentirse repetitiva por momentos. Aún así, entre las animaciones visuales de los disparos y la rapidez con la que deberemos interactuar con nuestra inquietante cabeza, el sonido simplemente será un mero placer secundario.

Tal vez fueron muchas las dudas que se levantaron cuando se supo que Double Fine estaba detrás de esta pintoresca aventura espacial. Sin embargo, tal como nos tiene acostumbrados la mítica desarrolladora, con Headlander logra demostrar que no está atada a un género en particular y que pueden ser buenos en otras áreas fuera de las aventuras gráficas y otros géneros varios que tienen por detrás.

Headlander tal vez no revolucione el genero de los juegos de plataformas de acción pero, gracias a su propuesta sumamente extravagante, hacen que lo nuevo de Double Fine Productions sea un título fuera de lo común, carismático y llamativo. A lo largo de sus 10 a 12 horas de duración, nos perderemos por un excéntrico viaje en el tiempo, donde el pasado y el futuro se unifican, resultando en una intensa experiencia con el toque justo de acción.

Este review fue realizado con una copia comercial proporcionada por Adult Swim Games/Double Fine Productions.

Headlander - Review
Historia75%
Gameplay85%
Gráficos80%
Musica y Sonidos80%
Lo bueno:
  • Gameplay original y entretenido
  • Su ambientación logra ejemplificar la mezcla perfecta de una época atempora
  • El humor característico de Double fine
Lo malo:
  • Se echa en falta una mayor diversidad de características y mejoras
  • Una mayor cantidad de jefes finales no hubieran estado mal
86%Nota Final
Puntuación de los lectores: (1 Voto)
93%

Sobre El Autor

Análisis y redacción.

Concepción, Tucuman, Argentina

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